Lobo

El parque justifica su propuesta como “una solución sostenible y participativa”. Las donaciones pueden incluir desde gallinas sin mucho futuro hasta mascotas “con carácter difícil”.

La naturaleza es sabia. El marketing del zoo, más.

En una medida tan inesperada como “ecológicamente eficiente”, el Zoológico Municipal de Santa Ordalia del Monte ha lanzado una campaña que ha dejado atónitos a ciudadanos, ecologistas y expertos en comunicación: invitan a la ciudadanía a donar animales vivos para alimentar a sus depredadores.

La campaña, bautizada sin pudor como “Dale un bocado a la naturaleza”, busca —según el comunicado oficial— “acercar a la sociedad al ciclo natural de la vida”, al tiempo que permite “ahorrar costes, reducir emisiones del transporte de carne y fomentar el desapego emocional innecesario hacia ciertas especies menores”.

“¿Tienes un conejo que ya no te hace caso? ¿Gallinas que no ponen ni los domingos? ¿Una cobaya que mira mal a tus hijos? ¡Dónalos!”, rezan los carteles que han aparecido en marquesinas, autobuses y hasta en la app del Ayuntamiento.


“No es crueldad, es ecología participativa”

Al frente de esta revolucionaria iniciativa se encuentra Carlos Bermejo, director del zoológico, biólogo, vegetariano y firme defensor de la pedagogía “sin anestesia”.

“Llevamos años escondiéndole a la gente que los tigres no comen tofu y que los lobos no hacen ayuno intermitente. Ha llegado el momento de sincerarnos: los depredadores comen carne. Y si puede ser fresca, mejor. ¿Por qué no contribuir a su dieta con animales que ya no se quieren en casa?”

Según Bermejo, los zoológicos europeos llevan tiempo debatiendo alternativas sostenibles para alimentar a los carnívoros sin depender del costoso y poco ecológico mercado de carne embalada. “En Dinamarca ya sacrifican cebras y las tiran a los leones. Nosotros vamos un paso más allá: empoderamos al ciudadano.”


El formulario de entrega: legal, ético y con cláusulas

Los animales donados deben pasar un examen veterinario previo, firmado por una autoridad colegiada. No se aceptan especies protegidas, mascotas robadas ni parientes políticos que molesten en casa.

Además, el zoo ha habilitado un formulario online con secciones como:

  • “Motivo de la donación” (con opciones como “ya no lo aguanto”, “me muerde” o “era de mi ex”),
  • “Preferencia de depredador” (en caso de que se quiera elegir entre jaguar, hiena, cocodrilo o nutria caníbal), y
  • “Desea recibir fotos del momento de la alimentación” (opcional, pero sorprendentemente popular).

Según datos del primer fin de semana, se han recibido ya 43 conejos, 12 gallinas, un faisán, tres hurones, una tortuga muy lenta y un gato que sólo respondía al nombre de “Sauron”.


Protestas, memes y ofertas de voluntariado

Como era de esperar, las reacciones no se han hecho esperar.

  • Asociaciones animalistas han convocado una manifestación bajo el lema “¡Mis gallinas no son tapas para tigres!” y han solicitado que el Defensor del Pueblo revise la legalidad del programa.
  • El colectivo Veganos Sin Fronteras ha emitido un comunicado en el que acusan al zoológico de “convertir el dolor ajeno en espectáculo” y han anunciado una performance artística en la puerta del parque, en la que simularán ser donaciones humanas voluntarias.
  • Mientras tanto, la cuenta de Instagram del zoo ha duplicado sus seguidores, tras subir vídeos como “El desayuno de Rómulo el leopardo”, con música de Shakira y efectos de cámara lenta.
  • Por su parte, un grupo de vecinos ha pedido abrir la campaña a otro tipo de “fauna molesta”: suegras, vecinos que hacen obras los domingos o personas que se cuelan en el metro. El zoológico ha respondido amablemente que “eso ya escapa a su competencia penal”.

¿Y si esto se vuelve una moda?

Los expertos están divididos. Algunos opinan que la iniciativa puede fomentar una nueva relación con la naturaleza, sin filtros Disney, mientras que otros advierten del riesgo de convertir el zoológico en un vertedero afectivo.

“No podemos normalizar que la gente regale animales vivos como si fueran yogures caducados”, denuncia la etóloga Sofía Ramírez. “Esto empieza con un conejo y acaba con alguien intentando colar a su exnovio disfrazado de cabra”.


Lo que viene: “Depredador por un día”

Pero el zoo no se detiene. El siguiente paso será permitir que los visitantes participen en la alimentación. Por un módico precio, podrán lanzar desde un puente especial a los animales donados (o a piezas de carne), mientras un narrador con voz épica explica el ritual natural de la caza.

“Es una experiencia educativa e inolvidable. La vida es dura, y el aprendizaje también debería serlo”, sentencia Bermejo mientras acaricia una serpiente pitón con ternura.


Conclusión: ¿es esto el futuro?

En plena era de sostenibilidad, zoos sin barrotes y pedagogías blandas, Santa Ordalia ha roto la baraja con un enfoque tan directo como inquietante. Mientras los grandes felinos ronronean agradecidos y los ciudadanos se debaten entre la risa y el horror, la campaña avanza imparable.

El próximo objetivo: crear un convenio con perreras y protectoras para establecer lo que ya se anuncia en foros especializados como el primer “bufé ético de sobras biológicas” de Europa.

Si tienes una mascota que ya no quieres, piénsalo dos veces. Pero si decides donarla… que no sea a la ligera. Puede acabar siendo trending topic.


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