El Gobierno aprueba un decreto que endurece los requisitos para abrir nuevas universidades privadas. Se acabaron las facultades en descampados con un aula, un logotipo y un sueño: lucrar con másteres en “Liderazgo Holístico y Redes Sociales Sostenibles”.
Madrid — El Consejo de Ministros aprobó este martes un real decreto que endurece de forma significativa los criterios para la creación de nuevas universidades en España. La medida, presentada por el ministro de Universidades, pretende poner fin a la proliferación de lo que en círculos académicos y cafeterías de estudiantes se conoce como “universidades fantasma”: centros privados con nombres rimbombantes, campus improvisados en polígonos industriales y grados diseñados para sonar bien en LinkedIn pero no en un currículum serio.
“España ha pasado de tener universidades con siglos de historia a campus que parecen franquicias de bubble tea”, declaró el ministro en rueda de prensa. “Hemos detectado un exceso de títulos que no responden a ninguna necesidad real, salvo la de algunos promotores de facturar matrículas de 9.000 euros por alumno y curso”.
🎓 Un decreto contra la inflación académica
El nuevo decreto establece exigencias más estrictas de calidad docente, investigación y viabilidad económica para cualquier institución que aspire a obtener la categoría de “universidad”. Entre otros requisitos, los centros deberán garantizar una plantilla mínima de profesorado permanente, una oferta de titulaciones coherente y la existencia real —no proyectada en PowerPoint— de instalaciones adecuadas.
Hasta ahora, bastaba con presentar un plan ambicioso, un catálogo de grados con nombres atractivos y, en muchos casos, un dron que grabara el solar donde se prometía construir el campus. “Nos encontrábamos universidades cuya biblioteca consistía en un Kindle y una suscripción compartida a Wikipedia Premium”, ironizó un funcionario del ministerio.
🏗️ Adiós a los campus invisibles
En los últimos años, la fiebre por abrir universidades privadas ha dejado imágenes que van desde lo pintoresco hasta lo surrealista. En 2022 se inauguró una “universidad internacional” en una antigua nave de carpintería, con una carpa como aula magna y un food truck como cafetería. “Fue muy bonito mientras duró”, recuerda un exalumno del grado en “Gestión Creativa de Startups Familiares”, “aunque el profesor de macroeconomía daba clase apoyado en una escalera de aluminio”.
Otro caso llamativo fue el de la “Universidad de Innovación Transversal del Mediterráneo”, que nunca llegó a tener alumnos pero sí organizó tres congresos internacionales sobre “liderazgo cuántico” y vendió 400 sudaderas con su logo antes de desaparecer.
“Era como Hogwarts, pero sin magia, sin clases y con matrícula por adelantado”, resume una exbecaria.
📚 El auge de los títulos decorativos
El Gobierno critica lo que denomina “inflación académica”, un fenómeno que ha llevado a que cada año aparezcan grados y másteres con nombres cada vez más exóticos. Algunos ejemplos detectados en los últimos cursos incluyen:
- Máster en Influencers Sostenibles y Narrativas Positivas
- Grado en Gaming Estratégico para la Diplomacia Digital
- Máster en Liderazgo Femenino en Universos Paralelos
- Posgrado en Derecho de los NFTs y Metafísica Fiscal
“Ya no sabías si estabas leyendo un programa académico o la cartelera de una serie de Netflix”, señaló una catedrática jubilada. “Lo peor es que luego te los encontrabas en el mercado laboral diciendo que eran especialistas en ‘ecosistemas colaborativos disruptivos’ y nadie sabía en qué consistía eso”.
💰 Negocio redondo: el futuro hipotecado
La expansión descontrolada de universidades privadas ha venido acompañada de un aumento significativo en las matrículas, que en algunos casos superan los 15.000 euros anuales. “Es una inversión en tu futuro”, prometen sus folletos. Lo que no aclaran es que el futuro incluye, en muchos casos, 20 años de cuotas mensuales de un préstamo estudiantil.
“Nos han vendido el sueño americano con vistas al parking de un polígono”, protesta Alberto, exalumno de un máster en “Gestión de la Innovación Ética”. “Prometían prácticas internacionales, pero acabé haciendo fotocopias en la empresa del primo del director. Eso sí, la ceremonia de graduación fue en un castillo alquilado”.
Según datos del ministerio, en la última década el número de universidades privadas ha crecido un 58 %, mientras que el número de titulaciones oficiales se ha duplicado. En paralelo, la empleabilidad de muchos de estos títulos se ha mantenido estable… en torno al 0 % en sectores no relacionados con el coaching.
🏛️ “Esto no es una cruzada contra lo privado, es contra lo cutre”
El ministro de Universidades quiso dejar claro que la medida “no va contra el sector privado en sí”, sino contra “la proliferación de proyectos que nacen con más marketing que base académica”.
“Queremos universidades privadas serias, no franquicias educativas de quita y pon”, afirmó. “Si una institución quiere llamarse universidad, que lo demuestre con profesores, investigación y aulas que no se plieguen al final del día”.
Fuentes del ministerio admiten que, en la práctica, el decreto afectará sobre todo a iniciativas de grupos empresariales que veían en el sector universitario un nicho rentable. “En España algunos han descubierto que abrir una universidad es más fácil que montar un chiringuito”, explicó un alto cargo. “Con este decreto, tendrán que trabajar un poco más… o volver al chiringuito”.
🏫 Reacciones del sector: de la preocupación al sarcasmo
La Asociación de Universidades Privadas expresó “preocupación” por la nueva normativa, asegurando que “podría desincentivar la inversión en un sector dinámico y necesario”. Varios rectores han pedido “flexibilidad” para adaptarse, aunque algunos han admitido en privado que el decreto “se veía venir”.
En cambio, entre estudiantes y profesores ha predominado el alivio. “Por fin alguien pone coto a los títulos absurdos”, celebra Lucía, profesora de filosofía. “En mi campus compartimos edificio con un grado en ‘Comunicación Espiritual para Startups’ y otro en ‘Diseño de Estrategias Empáticas en el Metaverso’. Ya era hora de separar el trigo de la morralla”.
🧠 ¿Y si aplicamos lo mismo a los partidos políticos?
La noticia ha generado también comentarios irónicos en redes sociales y tertulias. “Si van a cerrar universidades fantasma, que empiecen también con los partidos políticos fantasma”, escribió un columnista. “Por cada campus en ruinas hay un partido con un logo bonito, tres discursos copiados y cero ideas propias”.
Otro usuario bromeaba: “Si exigen viabilidad económica y plantilla estable a las universidades, más de un partido desaparecería mañana. Empezando por los que viven del crowdfunding eterno y de vender merchandising ideológico”.
🌐 El contexto internacional: España se pone al día
La reforma alinea a España con estándares europeos más exigentes en materia de acreditación universitaria. Países como Alemania, Francia u Holanda ya imponen controles estrictos para evitar la creación de universidades ficticias o de baja calidad, fenómeno que en España se había extendido con sorprendente alegría.
“En Alemania no puedes abrir una universidad con un PowerPoint y un sueño”, explicó un experto en política educativa. “Aquí, hasta ahora, bastaba con encontrar un edificio vacío y prometer un grado en lo que estuviera de moda ese año”.
📈 De la burbuja universitaria a la regulación
Los analistas hablan de “burbuja universitaria” para describir el fenómeno de expansión indiscriminada. Al igual que en la burbuja inmobiliaria, muchos proyectos se levantaron con optimismo desbordado, financiaciones opacas y una fe ciega en que siempre habría más alumnos dispuestos a endeudarse.
“Durante años se construyeron universidades como si fueran urbanizaciones: rápido, barato y con piscina comunitaria”, explica un economista educativo. “Este decreto es el pinchazo controlado de esa burbuja”.
📝 Lo que cambia a partir de ahora
El decreto introduce cambios clave:
- Plantilla estable: Al menos el 50 % del profesorado debe ser permanente y con titulación acreditada.
- Oferta académica coherente: No se permitirán grados “de moda” sin relación con líneas de investigación consolidadas.
- Infraestructura real: Se exigirá demostrar que los campus existen físicamente antes de otorgar la acreditación.
- Viabilidad económica: Los promotores deberán presentar cuentas claras y demostrar solvencia a medio plazo.
Las universidades ya existentes tendrán un plazo de adaptación, pero las nuevas deberán cumplir desde el primer día. “Se acabaron los campus fantasma”, resumió el ministro.