Los veteranos patriotas aseguran haber sido “traicionados por segunda vez”: primero por el cambio de bocata, y luego porque el conductor les dejó tirados a la vuelta en un área de servicio.
Burgos, 13 de octubre de 2025 — Lo que empezó como una jornada de fervor patrio y vítores al espíritu nacional ha acabado en un episodio de indignación geriátrica sin precedentes. Una veintena de jubilados de Burgos ha presentado una denuncia formal contra el Partido Popular tras sentirse “engañados y vejados” durante su desplazamiento en autobús al desfile del 12 de octubre, Día de la Hispanidad.
El motivo de la denuncia, según los propios afectados, no fue el exceso de horas al sol, ni la falta de baño en el área de descanso, sino un asunto mucho más grave: “Nos prometieron bocata de jamón ibérico y nos dieron un sándwich de mortadela con pan seco. Eso no es España, eso es traición”, ha declarado indignado el portavoz del grupo, don Aurelio Sánchez, de 78 años, con la bandera aún atada al cuello y una faja color caoba.
“Nos dijeron que íbamos a defender España, no a pasar hambre”
El grupo de jubilados, procedente de distintos pueblos de la provincia de Burgos, había sido convocado por una asociación local afín al PP bajo el lema “Mayores por la Unidad de España (y por el bocata bueno)”. La cita: salir temprano rumbo a Madrid, asistir al desfile militar, corear consignas “contra la traición socialista” y volver a casa “con el orgullo de ser español y un poco de grasa ibérica en la barba”.
Sin embargo, según la denuncia presentada ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Burgos, el viaje “fue una chapuza desde el minuto uno”.
“Primero, el bus llegó con el logo del PSOE tapado con cinta aislante. Luego nos dieron unas banderas que ponían Viva la libertad, carajo, que eso lo dice Ayuso pero nosotros somos más de Aznar. Pero bueno, lo aguantamos todo, porque nos habían prometido jamón. Jamón, joven. No chopped. JAMÓN”, insiste Aurelio golpeando la mesa del bar con su bastón.
La indignación creció a medida que avanzaba el trayecto. Según testigos, el aire acondicionado del autobús funcionaba “a temperatura de gulag”, el baño “olía a derrota electoral” y el chófer “ponía la COPE tan alta que ni se oía cuando uno pedía mear”.
Pero el verdadero detonante fue el almuerzo. Al llegar al desfile, los organizadores distribuyeron unas bolsas con una botella de agua, una manzana arrugada y el tristemente célebre sándwich de mortadela con pan de gasolinera.
“Si hubiéramos sabido esto, nos quedamos en casa viendo a Chicote”
Los jubilados aseguran que se sintieron “estafados moralmente”. Algunos incluso consideran que “se ha puesto en peligro la defensa de España”.
“Yo con jamón grito fuerte, con mortadela no. Es física básica”, comenta doña Ciri, de 81 años, veterana manifestante y orgullosa dueña de una camiseta que reza ‘Sánchez, dimite, que la abuela no se rinde’.
Otro de los asistentes, don Celedonio (82), asegura que “había preparado toda la semana la garganta para gritar insultos patrióticos”, pero que tras probar el sándwich, “se me vino abajo el ánimo y el colesterol”.
La denuncia va más allá de la comida. En el documento, los jubilados acusan al PP de “haber incurrido en incumplimiento de promesa patriótica, negligencia en logística de bocata y abuso emocional sobre población mayor con bandera”.
El PP se defiende: “Fue un error de catering, no un golpe de Estado alimenticio”
Desde la sede del PP en Burgos, un portavoz ha explicado que “todo se trató de un malentendido logístico”. Según la versión oficial, el proveedor habitual de bocadillos “sufrió un problema con el suministro de jamón por la sequía y el precio del pienso”, y la mortadela “era italiana, pero de buena calidad”.
“En ningún momento quisimos defraudar a nuestros mayores, que son el alma del patriotismo rural”, afirmó el portavoz, quien pidió comprensión y prometió “compensar a los afectados con una invitación a un cocido patriótico en el próximo mitin”.
Sin embargo, la respuesta no ha calmado los ánimos. Los jubilados han rechazado la invitación alegando que “una humillación no se arregla con garbanzos” y que “hasta que no vean el jamón, no se sientan”.
Un desfile entre lágrimas, pancartas y confusión gastrointestinal
El desfile tampoco fue el bálsamo que los organizadores esperaban. Según varios testigos, muchos de los asistentes del autobús de Burgos se desorientaron entre tanto tanque y tanto Guardia Civil montado.
“Nos dijeron que gritáramos Pedro Sánchez, hijo de…, pero luego vimos que delante había niños. Al final gritamos Viva España, pero con jamón, que nos pareció más fino”, comenta entre risas doña Virtudes, de 79 años, mientras enseña una pancarta casera escrita en boli Bic.
Algunos de los mayores tuvieron que ser atendidos por los servicios de emergencia por mareos y deshidratación. No por el calor, sino por el disgusto.
“Yo llevaba 40 años defendiendo al PP, y esto ha sido la puñalada trapera. Si llega a venir Aznar, les mete un bocata por decreto ley”, afirmó don Bonifacio, mientras guardaba en el bolso una loncha de mortadela “como prueba judicial”.
Abogados y patriotas: “El caso Mortadela puede sentar precedente”
El abogado de los denunciantes, un letrado burgalés especializado en casos de “engaño emocional de carácter político”, asegura que el asunto es serio.
“Aquí no estamos hablando solo de embutido. Estamos hablando de confianza. De fe. De la relación sagrada entre un votante de 80 años y un partido que le prometió jamón”, explicó.
El caso, que ya ha sido bautizado en redes sociales como #Mortadelagate, podría sentar jurisprudencia sobre la responsabilidad moral de los partidos cuando organizan autobuses con merienda incluida.
Según el abogado, la demanda pide una compensación “en especie y en metálico”: medio kilo de jamón ibérico por denunciante y una disculpa pública del presidente del PP en Castilla y León “con el bocadillo correcto en la mano”.
El impacto en la calle: “Esto con Franco no pasaba”
En Burgos, la indignación se ha extendido como la grasa del jamón sobre pan caliente. En la Plaza Mayor, decenas de jubilados se han concentrado esta mañana con pancartas improvisadas:
“Sin jamón no hay nación”, “Mortadela traidora”, y “Feijóo, devuélveme mi ibérico”.
Un jubilado con boina y bastón arengaba a los presentes:
“¡Nos toman por tontos! ¡Nos usan para llenar autobuses y encima nos dan comida de instituto público! ¡Esto con Franco no pasaba, que el bocata te lo daba la Sección Femenina y te sabía a patria!”
La concentración fue breve, porque “a las doce ya toca el menú del día”, pero algunos amenazaron con montar una plataforma: “Jubilados por el Jamón”, cuyo lema sería “Ni un bocata menos, ni una promesa más vacía”.
El PSOE aprovecha el momento: “Nosotros damos tortilla”
Desde Ferraz, varios portavoces socialistas no tardaron en aprovechar el escándalo. Un diputado socialista burgalés ironizó en X (antes Twitter):
“Nosotros a nuestros simpatizantes les damos tortilla de patata con cebolla y sin mortadela. Y no los obligamos a insultar a nadie. Cada cual insulta por amor al arte.”
La publicación se hizo viral, acompañada de memes con el rostro de Feijóo sobre un trozo de pan con mortadela y el texto: “La traición empieza en el bocadillo”.
Mientras tanto, Vox se limitó a declarar que “esto demuestra la decadencia moral del PP” y que en sus actos “se reparte chorizo del bueno, del que mancha los dedos pero no las ideas”.
Reacciones culturales y en redes
El episodio ha inspirado una ola de creatividad digital. En TikTok circulan vídeos de imitadores de jubilados que, entre lágrimas, gritan:
“¡Así no se defiende España, coño!”
También se ha lanzado un reto viral, el #BocataChallenge, en el que los usuarios se graban lanzando sándwiches de mortadela por la ventana al grito de “por la patria y el ibérico”.
Incluso un grupo musical de Burgos, Los Ibéricos Enfadados, ha compuesto una canción protesta titulada “Mortadela traidora”, cuyo estribillo dice:
“Prometiste jamón y diste chopped / mi alma lloró, mi patria se corrompe”.
Cierre editorial: el bocata como metáfora del patriotismo
Lo que para muchos parecía una simple anécdota alimentaria ha terminado revelando la fragilidad del contrato emocional entre el votante veterano y sus líderes. El jamón era el símbolo de la promesa eterna: España grande, unida y con lonchas finas. La mortadela, en cambio, representa el desengaño, la España de recortes y excusas.
En palabras de don Aurelio, el portavoz de los denunciantes:
“Uno puede perdonar una derrota, un impuesto, incluso a Sánchez. Pero cambiar el jamón por mortadela… eso no. Eso es alta traición.”
Los jubilados han anunciado que, si el PP no rectifica, “en las próximas elecciones nos quedamos en casa viendo Sálvame edición veteranos”, o peor aún, “votaremos en blanco, pero con panceta”.
Mientras tanto, los abogados preparan el caso y los patriotas del bocata siguen firmes en su lucha.
“España se defiende con dignidad”, repiten.
Y, por supuesto, con jamón.
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