Diario ASDF — Edición Especial 50º Aniversario del “ha sido un placer” histórico
Madrid — Han pasado cincuenta años exactos desde aquella madrugada del 20 de noviembre de 1975 en la que el dictador Francisco Franco dejó este mundo rodeado de monitores médicos, ministros nerviosos y un país entero que, dependiendo de a quién se pregunte, respiró aliviado, se quedó huérfano o simplemente llegó tarde al trabajo porque ese día la radio estaba especialmente aburrida.
Cinco décadas después, España sigue demostrando su capacidad única para convertir cualquier acontecimiento histórico —grande, pequeño o microscópico— en una discusión eterna, meticulosamente rehecha en el bar, en Twitter, en los comentarios de foros de periódicos y en reuniones familiares en las que alguien siempre dice “yo es que no quiero hablar de política”, justo antes de hablar de política durante tres horas.
Ahora que los medios se lanzan a cubrir este aniversario, el Diario ASDF ofrece un repaso profundo, riguroso y completamente innecesario sobre cómo hemos llegado hasta aquí, qué queda del franquismo (aparte de los nombres de algunas calles que sobreviven por despiste municipal) y por qué España es el único país donde un dictador muerto hace medio siglo sigue generando más tertulias que la final de la Champions.
I. Un país que no sabía si mirar al futuro o al notario
El 20 de noviembre de 1975 se convirtió en una fecha de impacto nacional: el día en que un régimen de casi cuatro décadas se disolvió con la misma torpeza administrativa con la que había funcionado.
“Fue un día extraño”, recuerda Eladio Gutiérrez, un jubilado de 87 años que asegura haber visto el anuncio oficial en directo. “Recuerdo que pensé: vale, ¿y ahora qué? Y luego pensé que tenía que apagar la tele porque mi mujer quería ver Crónicas del espejismo o algo así.”
La sensación fue compartida: España amaneció como un estudiante que descubre que, tras suspender doce asignaturas, sus padres se han ido de vacaciones. Un poco de libertad, un poco de desconcierto y una buena ración de duda sobre si alguien vendría a pedir explicaciones.
II. Franco y su inusual persistencia: un clásico como los bares de tapas o las listas de espera
Si algo sorprende a historiadores extranjeros es la extraordinaria longevidad simbólica del franquismo. Mientras que en otros países los dictadores suelen desaparecer del imaginario público con la eficiencia con la que se lava un coche en un anuncio de televisión, en España la figura de Franco continúa presente, debatida, reinterpretada, rechazada, defendida y, en ocasiones, convertida en meme.
“Es fascinante”, afirma la historiadora francesa Émilie Fournier, especialista en dictaduras europeas. “En Francia casi nadie recuerda el nombre del presidente de 1940. En España, en cambio, Franco está más presente que el antivirus que os pide actualizar cada semana.”
¿Por qué? Nadie tiene una respuesta clara. Algunos culpan a la Transición; otros, al sistema educativo; otros, al folclore; otros, a la televisión pública de los 90; otros, al hecho de que en este país no se tira nada, ni muebles, ni recuerdos, ni dictadores embalsamados. España tiene apego emocional incluso a lo que no debería.
III. El Valle de los Caídos, convertido en el Parque Temático Nacional de la Discusión
No puede hablarse de Franco sin mencionar el monumento más polémico del país, que acumula más horas de tertulia que Gran Hermano VIP y Sálvame juntos.
Desde su inauguración hasta hoy, el antiguo Valle de los Caídos ha sido:
- Un mausoleo gigantesco
- Un símbolo arquitectónico discutido
- Un lugar “a ver si vamos un día” para parejas madrileñas aburridas
- Un punto de peregrinaje para nostálgicos, curiosos y despistados
- El escenario de la exhumación más televisada de la historia reciente
- El origen de más tuits sarcásticos que cualquier otro edificio de España
La espectacular exhumación de 2019 convirtió el debate histórico en espectáculo de prime time. “Nunca había narrado cómo sacan a un muerto en directo”, recuerda un periodista que pide anonimato. “Fue como cubrir un partido, pero sin goles y con más sudor frío.”
Según una encuesta reciente del ficticio Instituto Sociológico ASDF, cuando se pregunta a los españoles por su opinión sobre el monumento, un 48% responde “yo qué sé, déjame vivir”, un 27% dice “hay que resignificarlo”, un 21% contesta “que lo usen para conciertos ya que se oye bien”, y un 4% sugiere transformarlo en una escape room temática de la Transición.
IV. Los debates de hoy: España contra España, como siempre
En 2025, el aniversario ha sido aprovechado por todos los partidos políticos para hacer lo que mejor saben: decir lo contrario que el otro, independientemente de cuál sea la postura original.
El Gobierno ha lanzado un acto institucional llamado “50 años de Democracia Continua, Ocasionalmente Reñida”, mientras que la oposición ha organizado su propio evento titulado “50 años desde que empezó el declive y aún estamos a tiempo de arreglarlo si nos votas”.
Por supuesto, también hay colectivos que consideran que se está hablando demasiado del tema, y otros que consideran que se está hablando demasiado poco. En un festival de contradicción nacional que solo puede compararse con el hecho de que en España la misma persona puede pedir una tortilla poco hecha y luego devolvérsela porque “está cruda”.
V. Testimonios de españoles que han convivido con el fantasma del franquismo
Para entender el impacto de estas cinco décadas, el Diario ASDF ha recopilado voces de ciudadanos que, sin quererlo, siguen conviviendo con la sombra histórica del dictador.
1. Carmela, 42 años: la maldición de llamarse Pilar Franco
“No soy familia, lo juro”, repite cada vez que enseña su DNI. “Mis padres no tenían ni idea del impacto. Me dieron ese nombre porque sonaba ‘bonito’. Cuando estudié en la universidad, cada vez que tocaba presentarse en clase, sentía que estaba viviendo un sketch de humor involuntario.”
2. Jorge, 58 años: el profesor que cada año repite la misma frase
“A mis alumnos les explico el franquismo y el final del franquismo, pero siempre hay uno que pregunta ‘¿y por qué sigue habiendo gente que lo defiende?’ Y yo siempre respondo lo mismo: ‘chico, esto es España… aquí hay gente que defiende hasta el ColaCao sin grumos’.”
3. Marisa, 73 años: admiradora del orden, pero no del dictador
“Es que tengo nostalgia… pero de que todo abría antes de las nueve y nada se retrasaba. Solo eso. Bueno, y de que la gente no gritaba tanto en los bares. Pero ya está, ¿eh? No me miréis así.”
4. El hijo del cuñado de alguien, 29 años: experto en todo
“Yo no viví la época, pero tengo opiniones fortísimas basadas en vídeos de YouTube y en un hilo que vi en un foro hace diez años. Eso me convierte en un analista político de pleno derecho.”
VI. El merchandising del franquismo: de lo clandestino a lo kitsch
A pesar de que el régimen terminó hace 50 años, el mercado español ha demostrado que todo puede convertirse en souvenir: desde mecheros hasta tazas, pasando por camisetas con frases que nadie debería llevar en público.
Los sociólogos coinciden en que este peculiar fenómeno no responde a nostalgia política, sino a la fascinación española por los objetos absurdos. “Si vendes una taza que ponga ‘Mi jefe fue peor que Franco’, se agota en dos días”, comenta un humorista gráfico.
VII. ¿Qué opina la generación que nació después?
Los menores de 40 años —la primera generación española ciento por ciento democrática— ven el aniversario con la misma mezcla de desconexión y confusión con la que un adolescente observa una lavadora en funcionamiento.
Para ellos, Franco es:
- Un capítulo del libro de Historia
- Un conjunto de memes que circulan en TikTok
- Una palabra que se usa para insultar en discusiones de tráfico
- El protagonista de la única exhumación que han visto en prime time
- El motivo por el que sus padres se tensan en Navidad cuando alguien dice “habría que hablar de política”
“Mi abuelo me lo explicó”, cuenta Lucía, 19 años. “Me dijo: ‘mira, hija, eso era una dictadura, pero tú céntrate en estudiar’. Y luego me pidió que le configurara el móvil, que es básicamente nuestro pacto intergeneracional.”
VIII. Medio siglo después, ¿hemos aprendido algo?
España ha demostrado que sí: se ha consolidado la democracia, han cambiado leyes, se han escrito libros, se han hecho películas y la economía ya no depende de un par de ministros que gestionaban todo con el criterio de “lo que diga el Jefe”.
Pero también ha demostrado que no: las broncas siguen siendo exactamente las mismas. La polarización nacional es tan resistente que debería ser considerada patrimonio cultural inmaterial.
Los expertos consultados por el Diario ASDF coinciden: España es un país que nunca deja de discutir porque nunca deja de recordar… pero tampoco deja de olvidar, a ratos y por temporadas.
IX. Conclusión: Franco murió, pero la discusión nunca lo hizo
A cincuenta años de su fallecimiento, la figura de Franco es menos política que atmosférica. Está ahí, en el aire, como el olor a fritanga en una comunidad de vecinos o las obras que nunca terminan en ninguna ciudad española.
Quizá ese sea el verdadero legado: no su dictadura, ni su figura, ni su tumba, ni su exhumación. Sino la infinita, interminable, casi poética capacidad de España para no dejar nunca un tema cerrado del todo.
Y así seguiremos otros cincuenta años: discutiendo, recordando, exagerando, reinterpretando, y, por supuesto, utilizando cada aniversario como excusa perfecta para escribir artículos como este, que no resuelven nada… pero que ayudan a rellenar 1500 palabras en el Diario ASDF.
