En una jugada que solo podría ser maquinada en las profundidades del cerebro de la extrema ultra turbo derecha, un popular youtuber, con la audiencia de un millón de seguidores, ha sido detenido bajo la acusación de fabricación ilegal de explosivos. Pero, amigos y amigas, no nos dejemos engañar por los titulares sensacionalistas y la maquinaria de propaganda que huele a pólvora… o mejor dicho, a miedo.

Según fuentes que probablemente se han escapado de un guion de serie B, este supuesto “criminal” no es más que un joven revolucionario, un baluarte de la resistencia digital contra la opresión gubernamental. “Es un montaje”, claman voces desde las barricadas virtuales, “un intento descarado de la extrema derecha para desarmar a la juventud, para quitarles la capacidad de defenderse ante la brutalidad policial.”

El youtuber, cuyo canal estaba dedicado a la divulgación científica y a la educación sobre los derechos civiles, se ha convertido en el chivo expiatorio perfecto para una campaña de miedo y control. “Fabricación ilegal de explosivos”, dicen, pero ¿dónde están las pruebas? Solo se han encontrado videos educativos sobre la termodinámica y la química, ¿o acaso ahora enseñar ciencia es un delito?

“Este es un mensaje claro”, declaró un activista, apenas audible sobre el ruido de los teclados en la red. “Si te atreves a cuestionar, si intentas educar a la gente sobre cómo protegerse y entender las injusticias, te convertirán en ejemplo. Te acusarán de lo que sea necesario para silenciarte.”

Los seguidores del youtuber, ahora más unidos que nunca bajo el grito de “¡Libertad para la ciencia y la resistencia!”, argumentan que los videos en cuestión eran puramente educativos, diseñados para fomentar la curiosidad y el pensamiento crítico. “¿Es ahora la química una amenaza? ¿O solo lo es cuando se enseña a aquellos que quieren cambiar el sistema?”, se pregunta una seguidora, probablemente mientras redacta su próximo tweet de protesta.

La extrema derecha, en su afán por mantener el statu quo, ha decidido que la mejor defensa es un buen ataque, y qué mejor forma de hacerlo que criminalizando a aquellos que podrían inspirar a una generación a levantarse. “Fíjense en el patrón”, advierte otro activista, “primero te acosan con bulos, luego te silencian, y al final, te detienen con acusaciones fabricadas. Es el manual del fascismo 2.0.”

Así que, mientras la policía y los medios controlados por la derecha ultra turbo celebran lo que consideran una victoria contra el “terrorismo”, la comunidad online sabe la verdad: esto es una guerra contra el conocimiento, contra la libertad de expresión y contra la capacidad de los jóvenes para defenderse de una autoridad que solo entiende de represión.

En conclusión, este “caso” no es más que otro capítulo en la larga historia de la opresión disfrazada de justicia. El verdadero explosivo aquí es la verdad, y la extrema derecha teme que explote en sus caras.

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