El asesinato de Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA y una de las figuras más influyentes de la derecha estadounidense, ha sacudido el panorama político internacional. El activista conservador fue abatido a tiros en un evento universitario en Utah, un crimen que ha sido calificado como “asesinato político” por las autoridades estadounidenses y que ha provocado una cascada de reacciones de líderes mundiales, partidos y medios de comunicación.
Frente al clima de consternación y condena casi unánime, una voz ha resonado en España por razones muy distintas: la del streamer Felipez360, conocido en el mundo digital tanto por su comunidad en plataformas de directo como por un largo historial de polémicas que eclipsan cualquier intento de ser tomado en serio como figura pública. Sus mensajes en la red social X sobre la muerte de Kirk no solo han causado indignación, sino que también han mostrado con claridad hasta qué punto una parte del ecosistema digital es capaz de trivializar la violencia política con cinismo y crueldad.
Los tuits del desprecio
Nada más conocerse la noticia del atentado, Felipez360 publicó el siguiente mensaje:
“No es motivo de celebración que disparen a nadie, pero joder, cuando has dedicado tu vida a hacer miserable la existencia de todo colectivo marginal y a lamer los cojones de los billonarios desde el ano hasta el ombligo, monetizando cada paso del proceso, se hace jodido el tema.”
No es motivo de celebración que disparen a nadie, pero joder, cuando has dedicado tu vida a hacer miserable la existencia de todo colectivo marginal y a lamer los cojones de los billonarios desde el ano hasta el ombligo, monetizando cada paso del proceso, se hace jodido el tema.
Lejos de detenerse, horas más tarde añadió:
“Pues parece que se ha muerto, que viendo el vídeo poco más cabía esperar. Una vida entera dedicada a cultivar odio, y ahora muerto, lo van a convertir en un mártir y en su nombre harán lo mismo, pero mil veces peor. Y la rueda sigue girando, con todos cada día más jodidos.”
Pues parece que se ha muerto, que viendo el vídeo poco más cabía esperar Una vida entera dedicada a cultivar odio, y ahora muerto, lo van a convertir en un mártir y en su nombre harán lo mismo, pero mil veces peor Y la rueda sigue girando, con todos cada día más jodidos
El tono de ambos mensajes deja poco margen a la interpretación: un desprecio absoluto hacia un hombre recién asesinado, un intento de justificar el crimen apelando a su trayectoria política y un sarcasmo que roza lo inhumano.
Una reacción en contraste con el mundo entero
La reacción de Felipez360 resulta todavía más grotesca si se contrasta con el resto de las voces públicas que se pronunciaron tras el asesinato. Desde el presidente Joe Biden hasta Donald Trump, pasando por líderes europeos de distinto signo ideológico, la condena fue clara: la violencia política no puede tener cabida en una democracia.
Incluso sectores progresistas en Estados Unidos que habían criticado duramente a Kirk en vida marcaron una línea roja: discrepar de sus posturas no justifica ni suaviza un asesinato. Esa frontera, sin embargo, parece inexistente para el streamer español, que decidió convertir una tragedia en un espectáculo de sarcasmo y odio.
Felipez360: un historial que invalida cualquier lección moral
Lo más llamativo del caso es quién lanza estos mensajes. Felipez360 no es un analista político, ni un intelectual, ni siquiera un periodista. Es un streamer cuya notoriedad viene marcada por episodios de dudoso gusto, polémicas constantes y un escándalo que todavía hoy pesa sobre su reputación: haber mostrado sus genitales en un directo a una niña menor de edad.
Ese episodio, lejos de ser un rumor aislado, quedó registrado en su historial digital y ha reaparecido cada vez que el creador intenta elevar la voz sobre cualquier tema social o político. Resulta, cuanto menos, paradójico que alguien con semejante mochila de descrédito se permita pontificar sobre moralidad, justicia o el “cultivo del odio”.
Si existiera un ranking de autoridades con derecho a dar lecciones éticas tras la muerte violenta de una figura política, Felipez360 ocuparía uno de los últimos puestos. Su historial no solo lo desautoriza: lo convierte en el menos indicado para reírse de una tragedia.
Opiniones horribles en un escaparate global
Los mensajes del streamer no son simples opiniones “incómodas”. Son opiniones horribles, hirientes y profundamente irresponsables. Lo son porque:
- Normalizan la violencia política. Al presentar la muerte de Kirk como una consecuencia “lógica” de su vida, Felipez360 introduce la idea de que los asesinatos pueden ser interpretados como justicia poética.
- Deshumanizan a la víctima. Reduce a Kirk a una caricatura, negándole la condición básica de ser humano asesinado y padre de familia.
- Exhiben hipocresía. Resulta grotesco que alguien con un pasado marcado por comportamientos cuestionables pretenda señalar con el dedo a otro, incluso en el momento de su muerte.
- Convierten la tragedia en espectáculo. En vez de mostrar respeto, opta por el sarcasmo como forma de generar notoriedad y engagement entre sus seguidores.
El sarcasmo como disfraz del odio
Felipez360, como tantos otros personajes de internet, se ampara en el sarcasmo para justificar lo injustificable. El recurso es siempre el mismo: cuando recibe críticas, asegura que se trataba de “humor negro” o de una “reflexión sarcástica”.
Pero el sarcasmo no es un escudo mágico que convierte en aceptables los mensajes más crueles. La ironía puede ser brillante cuando se dirige al poder o a las estructuras que perpetúan injusticias. Sin embargo, cuando se aplica sobre la sangre todavía caliente de un asesinato político, deja de ser sátira para convertirse en banalización del odio.
Una comunidad que alimenta la polémica
Los comentarios del streamer no cayeron en saco roto. Generaron cientos de reacciones en cuestión de minutos: seguidores que aplaudían la “valentía de hablar sin filtros” y críticos que señalaban la indecencia de sus palabras.
El fenómeno revela una dinámica preocupante: cuanto más cruel y desagradable es el comentario, más atención recibe. La indignación se convierte en gasolina para la relevancia digital. En otras palabras, cuanto más horribles son las opiniones, mayor es la visibilidad que logran en las redes.
Felipez360, como tantos otros personajes de su perfil, parece haber aprendido esta lección a la perfección.
Entre la libertad de expresión y la responsabilidad moral
Es evidente que Felipez360 tiene derecho a expresar sus opiniones, por horribles que sean. La libertad de expresión protege incluso a quienes dicen barbaridades. Sin embargo, el derecho a hablar no exime de la responsabilidad moral de lo que se dice.
En este caso, sus tuits no contribuyen al debate público, no invitan a la reflexión, no generan un diálogo constructivo. Lo único que hacen es añadir cinismo y crueldad a un momento en el que el mundo entero trataba de asimilar la gravedad de un asesinato político.
Un síntoma de la deriva digital
Más allá de la figura concreta de Felipez360, sus mensajes son un síntoma de un problema más amplio: la deriva de una parte del ecosistema digital hacia la trivialización del odio. La lógica del like, del retuit y de la polémica perpetua convierte a personajes con opiniones horribles en protagonistas de la conversación.
En un escenario ideal, los mensajes de un streamer con un historial tan turbio deberían pasar inadvertidos, ahogados por el coro de voces que defienden el respeto y la condena firme de la violencia. Pero las redes funcionan al revés: premian lo más grotesco, amplifican lo más hiriente y convierten en relevantes a quienes deberían ocupar los márgenes.
Conclusión: lo peor del espejo digital
El asesinato de Charlie Kirk ya era, por sí mismo, un episodio trágico que debería haber servido como punto de inflexión para reflexionar sobre los peligros de la violencia política. Sin embargo, la aparición de mensajes como los de Felipez360 añade otra capa de tristeza: la constatación de que hay quienes son capaces de mirar un crimen y convertirlo en sarcasmo.
Los tuits del streamer no son ingeniosos ni valientes. Son horribles, crueles y profundamente hipócritas. Son, en definitiva, el reflejo de una parte del ecosistema digital que confunde notoriedad con relevancia y sarcasmo con lucidez.
En el momento en que más falta hacen voces que unan contra la violencia, algunos prefieren reírse de la muerte. Y lo hacen, además, desde un pedestal construido sobre polémicas pasadas que los inhabilitan moralmente.
La rueda, como escribió él mismo en uno de sus mensajes, sigue girando. Pero gira con todos un poco más cansados de soportar la banalidad del odio convertido en espectáculo.