Madrid se prepara para un evento histórico este martes 2 de septiembre. No, no hablamos de una cumbre internacional, ni de la presentación de un nuevo iPhone, ni siquiera del regreso de Operación Triunfo. Lo que se avecina es mucho más grande, más mediático y más absurdo: el juicio entre Vito Quiles y Antonio Maestre por el ya famoso “microfonazo”.
La escena que dio origen a esta epopeya jurídica parece sacada de una tragicomedia: Quiles preguntaba, Maestre respondía, y de repente, en un giro inesperado, el micrófono surcó los aires cual jabalina olímpica hasta impactar con la dignidad del periodista al que iba dirigido. El resultado: una denuncia, un juicio y media España expectante.
El micrófono, protagonista involuntario
Según testigos presenciales, el micrófono “no pidió estar ahí”. Una fuente cercana al objeto declaró:
“Yo solo quería transmitir sonido, no convertirme en un arma arrojadiza”.
La defensa de Quiles sostiene que el impacto del micro le dejó un trauma auditivo momentáneo y que ahora, cada vez que escucha un “check, check, probando”, tiembla de manera incontrolable. Maestre, en cambio, asegura que todo fue un malentendido y que se le resbaló accidentalmente.
Los memes, por supuesto, no tardaron en llegar. En X (antes Twitter, antes de ser relevante) ya circulan montajes que comparan la trayectoria del micro con la del famoso zapato que le lanzaron a George W. Bush. La diferencia, dicen los internautas, es que Bush esquivó con estilo ninja, mientras que Quiles optó por recibir de lleno “para ganar material probatorio”.
Preparativos del juicio
El Juzgado de lo Penal número 3 de Madrid ya ha pedido refuerzos. Se esperan largas colas de curiosos, fans del “team Maestre” y del “team Quiles”, y hasta vendedores ambulantes ofreciendo camisetas con lemas como:
- “Lánzame un micro y te lanzo una querella”
- “Yo sobreviví al Quiles vs. Maestre”
- “Justicia acústica ya”
El tribunal ha solicitado medidas de seguridad especiales: los asistentes deberán pasar por un detector de metales y, por primera vez en la historia, un detector de micrófonos voladores.
Fuentes judiciales afirman que el juez, consciente del eco mediático del caso, ya ensaya frente al espejo la frase con la que pasará a la historia:
“Queda visto para sentencia… y no se tiran los micros en mi sala”.
Reacciones políticas y sociales
Como era de esperar, los partidos políticos no han dejado pasar la oportunidad de posicionarse. Desde el PP se ha acusado a Maestre de fomentar la violencia “a base de microfonazos”, mientras que en el PSOE han preferido guardar silencio, no vaya a ser que algún micrófono se gire hacia ellos.
Por su parte, Vox ha exigido que el micrófono sea extraditado a Qatar “para evitar que vuelva a delinquir en territorio nacional”. Unidas Podemos, en cambio, ha solicitado que el micro reciba terapia de grupo con otros objetos arrojadizos incomprendidos, como los paraguas rotos o las chanclas voladoras.
Mientras tanto, en las tertulias televisivas ya se habla del caso como “el nuevo ERE de los periodistas”, comparándolo con grandes episodios de la historia mediática nacional. Los analistas insisten: “Este juicio marcará un antes y un después en la libertad de expresión… y en la libertad de lanzar cosas”.
El futuro del periodismo en juego
Los expertos en comunicación ven en este juicio una metáfora del periodismo moderno: preguntas que vuelan, respuestas que impactan, y todo envuelto en un espectáculo mediático. Algunos opinan que la profesión nunca volverá a ser la misma después del martes.
Las facultades de periodismo ya planean incluir en sus temarios asignaturas nuevas como:
- “Autodefensa básica contra objetos contundentes”
- “Gestión emocional post-microfonazo”
- “Cómo esquivar preguntas… y micrófonos”
¿Qué puede pasar?
Si el juez falla a favor de Quiles, Maestre podría ser condenado a pagar una multa, indemnización y a realizar trabajos comunitarios en un karaoke local, sujetando micros de forma segura.
Si, por el contrario, se dicta sentencia favorable a Maestre, se abriría la puerta a una peligrosa jurisprudencia: el lanzamiento de objetos periodísticos como parte del debate democrático. En ese caso, ya hay quienes temen que la próxima batalla no sea con un micro, sino con un trípode.
Conclusión: un país pendiente de un micrófono
Lo que ocurra este martes será recordado en los libros de historia. No por la política, ni por la economía, ni siquiera por el deporte. Será recordado porque un micrófono cambió el rumbo de dos periodistas y puso a todo un país frente a la absurda pregunta:
¿Puede un simple micro dividir a España más que el fútbol, la tortilla con o sin cebolla y la amnistía?
La respuesta la dará el juez. Y, mientras tanto, los españoles estaremos atentos a cada palabra… siempre que no nos la lancen.