Una investigación demuestra que la crítica supera en un 40% al público lector y que un porcentaje importante de críticos no ha visto ni la adaptación cinematográfica.

Madrid, 17 de noviembre de 2025. — En un hallazgo que podría cambiar para siempre la forma en que entendemos la crítica literaria, un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto Internacional de Opiniones Razonadas (IIOR) ha revelado que la mayoría de los críticos no solo leen menos libros de los que reseñan, sino que también muchos de ellos ni siquiera han visto la adaptación cinematográfica correspondiente.

El informe, titulado “Crítica, opinión y desinterés: una aproximación al fenómeno del crítico no lector”, ha analizado la relación entre lectores y críticos en más de cien títulos de autores tan diversos como Juan Soto Ivars, J.K. Rowling y, de manera sorprendente, el listín telefónico de Madrid. Los resultados han sido tan sorprendentes como desconcertantes.

Un 40% más de críticos que de lectores

Según los datos, en promedio, el número de personas que critican un libro es un 40% superior al de quienes efectivamente lo han leído. Es decir, mientras un millón de personas podrían terminar un libro, 1,4 millones emitirían juicios sobre él, independientemente de su familiaridad con la obra.

“Esto demuestra que la crítica literaria tiene más que ver con la expresión de la opinión que con la experiencia directa de la lectura”, explicó la doctora Carmen Montiel, coordinadora del estudio. “No es que los críticos sean mentirosos, es que parecen disfrutar más hablando de libros que leyéndolos. Es un fenómeno fascinante desde el punto de vista sociológico”.

El estudio incluyó análisis de reseñas en medios tradicionales, blogs especializados, canales de YouTube y foros literarios. En todos los casos, el patrón era evidente: la crítica supera de forma consistente al número de lectores. Incluso en los casos de libros considerados “difíciles”, como la última novela de Soto Ivars o el grueso volumen del listín telefónico, el fenómeno se mantenía.

Críticos que ni leen ni ven la película

Otro dato sorprendente que emergió del estudio es que, de entre los críticos que no habían leído el libro, un 30% tampoco había visto la adaptación cinematográfica correspondiente. Esto incluye tanto películas de gran presupuesto como adaptaciones de bajo coste, realizadas por productoras independientes.

“Estamos ante un tipo de crítico que se posiciona frente a la obra de manera estrictamente abstracta. Ni leen, ni ven la película, pero opinan con autoridad”, agregó Montiel. “Curiosamente, estos críticos suelen ser muy activos en redes sociales y en programas de tertulia cultural”.

Entre los casos más llamativos, el estudio incluyó comentarios sobre el voluminoso listín telefónico de Madrid 2024-2025. Uno de los críticos entrevistados declaró: “No lo pude terminar. Se me hizo muy pesado, casi dos kilos”. Otro indicó que su reseña se basó exclusivamente en la portada y la sección de anuncios clasificados.

El caso Soto Ivars y Rowling

Los libros de Juan Soto Ivars fueron analizados tanto en sus versiones impresas como digitales. El informe señala que, de un total de 15.000 críticas, más del 60% provino de lectores que reconocieron no haber terminado la obra. La cifra se eleva hasta un 75% cuando se considera a los críticos que tampoco habían visto la adaptación cinematográfica (en los casos de novelas llevadas a la pantalla).

El caso de J.K. Rowling fue especialmente relevante debido a su enorme popularidad y al volumen de reseñas disponibles en línea. Aquí, los críticos no lectores alcanzaron un 42% del total, mientras que un 28% ni siquiera había visto la saga cinematográfica. “Es un fenómeno que podría explicarse por el alcance global de la autora. La gente opina más por contexto social que por experiencia directa”, comenta el informe.

Implicaciones culturales y sociales

Los autores del estudio insisten en que este fenómeno tiene profundas implicaciones culturales. Según Montiel, la crítica literaria se ha convertido en un deporte de espectadores: “Hoy en día, un crítico puede alcanzar relevancia sin haber leído una sola página. Lo importante es que su opinión sea visible y viral”.

El informe también destaca que este patrón podría extenderse a otros ámbitos culturales, como la música, el cine o incluso la gastronomía. “Si esto ocurre con los libros, no sería sorprendente encontrar críticos de conciertos o restaurantes que ni hayan asistido al evento o probado los platos, pero que igualmente emiten juicios categóricos”, afirmó Montiel.

Reacciones del público y de los críticos

Las reacciones a los hallazgos no se han hecho esperar. En redes sociales, muchos lectores expresan su indignación: “Es terrible pensar que las reseñas que seguimos puedan provenir de alguien que ni siquiera abrió el libro”, comenta un usuario en Twitter. Otros, en cambio, celebran la noticia con humor: “Yo nunca leo los libros y aún así me considero un crítico excelente”, ironizaba otro internauta.

Entre los propios críticos, las respuestas fueron variadas. Algunos reconocieron abiertamente no haber leído los títulos que reseñaron, argumentando falta de tiempo y exceso de compromisos profesionales. Otros, en cambio, criticaron el estudio, asegurando que la experiencia de la crítica no depende únicamente de la lectura directa: “Un crítico puede evaluar la relevancia cultural de un libro sin leerlo completo”, afirmó un columnista de renombre.

Una herramienta para autores y editores

Los investigadores sugieren que los datos podrían ser utilizados por autores y editoriales para entender mejor el ecosistema crítico. Por ejemplo, se podría diseñar una estrategia de comunicación que atienda tanto a lectores como a críticos que no leen, garantizando que la obra alcance visibilidad sin depender únicamente del boca a boca entre quienes efectivamente la consumen.

“Es paradójico, pero la crítica no lectora puede beneficiar a los autores”, explica Montiel. “Los libros reciben atención y debate, incluso si la mitad de quienes comentan no los han leído. Es un efecto secundario curioso del mundo digital”.

Conclusiones y próximos pasos

El estudio concluye que la crítica literaria contemporánea es un fenómeno más complejo de lo que parece. Mientras que la lectura sigue siendo la base de la experiencia cultural, la opinión pública y la influencia social parecen operar en un plano paralelo, a menudo desconectado de la realidad textual.

Entre las recomendaciones finales, los investigadores sugieren fomentar la alfabetización crítica y la transparencia en las reseñas: identificar claramente si el crítico ha leído la obra o solo comenta sobre ella. Asimismo, proponen ampliar el estudio a otros géneros y formatos culturales, con el fin de determinar si el fenómeno es exclusivo de la literatura o si se trata de un patrón generalizado.

Finalmente, la publicación del informe ha generado ya múltiples debates sobre la autoridad del crítico, la autenticidad de la opinión y la relación entre lectura, experiencia y juicio. Como ironizó un participante del estudio: “Si los libros son pesados, los críticos pueden serlo aún más, pero nadie se queja”.

En un mundo donde opinar parece ser tan importante como leer, los hallazgos del IIOR nos recuerdan que, a veces, hablar de libros es más fácil que leerlos. Y que un buen comentario crítico puede surgir incluso sin pasar de la primera página.

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