En un giro inesperado de los eventos culinarios anuales, el tan celebrado Día de la Croqueta ha sido puesto bajo el microscopio de la crítica feminista más radical. ¿Cómo es posible que algo tan aparentemente inofensivo como una croqueta pueda perpetuar el patriarcado? ¡Ah, queridas compañeras, la verdad es más cruda que el rebozado!
Primero, analicemos la forma de la croqueta. Circular, ovalada, alargada… ¿no recuerdan a algo? Exacto, al cuerpo idealizado y sexualizado que el patriarcado nos ha impuesto durante siglos. La croqueta, con su forma uniforme y estandarizada, no es más que una metáfora de la opresión que nos obliga a encajar en moldes predefinidos, fosilizando nuestra diversidad en una masa homogénea y frita.
Pero, ¿qué hay de su interior? La croqueta, con su relleno oculto, representa el misterio y la opacidad patriarcal. ¿Qué encontramos dentro? ¿Jamón, pollo, queso? La sorpresa que esconde la croqueta es un recordatorio constante de que bajo la fachada de igualdad, aún hay secretos, normas y roles impuestos que debemos “descubrir” para ser aceptadas en la sociedad.
Y no hablemos de su preparación. ¿Quién cocina las croquetas en la mayoría de los hogares? Las mujeres, claro está. Este delicioso manjar se convierte así en una carga más sobre los hombros de las mujeres, perpetuando roles de género donde nosotras somos las encargadas de la nutrición familiar, mientras nuestros compañeros disfrutan del fruto de nuestro trabajo sin ensuciarse las manos más que de rascarse sus patriarcales testículos.
Según nuestra experta en género de la Universidad de TikTok, la excelentísima Dra. Miko Ñogordo: “Las croquetas no son más que una perpetuación de todo el patriarcado en su máxima expresión: Nosotras debemos velar por la economía familiar, la nutrición, la cocina, servirlas y luego a fregarlo todo. Por supuesto… ¡NO DEBEMOS CONSENTIR QUE ESTA OPRESIÓN CONTINÚE, ABOLAMOS LA CROQUETA!” Dicho esto procedió a pintar un cuadro con su menstruación.
El Día de la Croqueta, por tanto, no es solo una celebración gastronómica, sino un evento cargado de simbolismo opresor. ¿Cómo podemos reivindicar este día? Proponemos un boicot a la croqueta tradicional. En su lugar, abogamos por la “Croqueta Liberada”, una croqueta de formas irregulares, rellenos diversos y, sobre todo, preparada en equipo, rompiendo con los estereotipos culinarios y laborales de género.
Así que, amigas, mientras algunos celebran con una croqueta en la mano, nosotras cuestionamos, reivindicamos y, por qué no, seguimos disfrutando de la comida, pero con conciencia y resistencia. Feliz Día de la Croqueta… o mejor dicho, de la Revolución Croquetil como diría “La Casa Azul”.