Por Redacción ASDF
Madrid — 17 de octubre de 2025
Después de casi dos décadas de resistencia, constancia y una fe en sí mismo digna de secta espiritual, Fonsi Loaiza, el periodista más combativo de Twitter y el menos visto de YouTube, ha alcanzado un hito histórico: 1000 suscriptores. Sí, mil. Tres ceros. Una cifra tan redonda que ha provocado que varios medios progresistas lo feliciten y que otros, más conservadores, se pregunten si acaso los suscriptores han sido reclutados en una comuna venezolana.
La hazaña llega acompañada de otro dato que completa la épica: 926 visualizaciones totales. No por vídeo. No por semana. Totales. En 18 años. Una media de 51,4 visualizaciones al año, es decir, menos de cinco por mes. Los algoritmos de YouTube están tan confundidos que uno de ellos ha pedido la baja médica por depresión.
El sueño empezó en 2007: “Yo quería ser el Chomsky de los vlogs”
Era el verano de 2007. YouTube tenía apenas dos años de vida, y España acababa de descubrir que podía subir vídeos de gatos y vídeos de Rajoy diciendo “ETA”. En ese contexto, un joven Fonsi Loaiza, estudiante de Periodismo en Sevilla, abría su canal con una webcam Genius que grababa en 240p. Su primer vídeo —hoy desaparecido misteriosamente— se titulaba “La verdad detrás de la Liga de las Estrellas”.
Fuentes cercanas aseguran que consistía en Fonsi señalando un póster del Real Madrid y gritando “¡Corrupción mediática!” durante tres minutos. El vídeo recibió dos visitas: la suya propia y la de su madre, que lo confundió con un tutorial para planchar camisas.
“Yo quería hacer un canal de pensamiento crítico, no de entretenimiento barato”, explicó Loaiza en una entrevista reciente con La Contra Crítica, su propio medio. “Pero YouTube no está preparado para la verdad. Ellos quieren gatos bailando y gente haciendo retos de comer detergente. Yo ofrecía marxismo dialéctico.”
Una evolución constante… hacia la nada
Desde entonces, Fonsi ha subido más de 34 vídeos. Ninguno ha superado las 200 visualizaciones. En su último trabajo, titulado “El IBEX 35 controla a Ibai Llanos”, se le puede ver señalando un PowerPoint mientras denuncia que el streamer “ha sido domesticado por el capitalismo de Twitch”.
Los comentarios del vídeo son un poema:
- “¿Quién es este señor y por qué grita?”
- “Bro, bájale un poco al micro, me sangran los oídos.”
- “Like por el esfuerzo, dislike por existir.”
Sin embargo, el periodista no se rinde. “La revolución digital no será televisada, pero sí monetizada”, escribió en su comunidad de YouTube hace unos días. “Cada suscriptor es una trinchera. Cada visualización, una barricada.”
1000 suscriptores: la victoria del pueblo trabajador
El pasado lunes, Fonsi subió un vídeo celebratorio titulado “Mil camaradas, mil victorias”. En él aparece con una copa de vino barato, una camiseta del Che y un fondo sonoro de La Internacional.
“Gracias a los 1000 valientes que no se dejaron manipular por la prensa facha ni por el algoritmo neoliberal de Google”, arranca Loaiza, visiblemente emocionado. “No somos bots, somos conciencia. No somos audiencia, somos militancia digital.”
El vídeo acumula 47 visualizaciones en tres días, aunque una auditoría independiente realizada por ASDF ha descubierto que 23 de ellas son de Fonsi mismo refrescando la página para comprobar si ya se había viralizado.
Testimonios: “Yo me suscribí por pena”
Hemos contactado con varios de sus seguidores, y la mayoría confiesa que no saben exactamente por qué se suscribieron.
“Yo pensaba que era el canal del cantante Luis Fonsi”, admite Lucía, una profesora de Murcia. “Le di a seguir porque vi ‘Fonsi’ y pensé que iba a cantar Despacito. Luego me salió hablando del imperialismo mediático y me dio cosa quitar la suscripción.”
Otro suscriptor, que prefiere mantener el anonimato, nos cuenta que se suscribió “por solidaridad”:
“Yo también tengo un canal con 14 suscriptores. Cuando vi lo mal que le iba, pensé: este tipo necesita cariño. No me he visto ni un vídeo, pero cada vez que publica algo le doy like por respeto al esfuerzo.”
Incluso entre sus detractores hay cierta admiración. “Loaiza es el único ser humano que ha conseguido hacer que YouTube parezca un sindicato obrero”, comenta un tuitero anónimo. “Sus vídeos son tan densos que deberían servir como prueba de resistencia psicológica en la Guardia Civil.”
La monetización: 0,000€ en 18 años
Aunque el canal ya puede monetizarse —YouTube exige al menos 1000 suscriptores y 4000 horas de visualización—, Fonsi aún no ha cumplido la segunda condición. Según sus propios cálculos, necesitaría que cada uno de sus 1000 suscriptores viera todos sus vídeos unas 800 veces seguidas.
“No me preocupa el dinero”, declaró en un directo de 18 minutos que fue visto por 12 personas (incluyendo un bot ruso y su primo). “Mi objetivo no es ganar, sino educar al pueblo. Y si de paso caen unos eurillos, pues se reinvierten en microfonos anticapitalistas.”
Un canal que desafía la lógica del algoritmo
Los expertos en comunicación digital no salen de su asombro. “El caso de Fonsi es un milagro inverso”, explica Marcos de la Fuente, analista de redes. “Hay canales que con un vídeo de un gato alcanzan un millón de visitas. Él lleva 18 años subiendo vídeos políticos y ni YouTube sabe cómo sigue en línea. Es como si el sistema no se atreviera a borrarlo por respeto a su perseverancia.”
Otros sospechan que el algoritmo de YouTube lo tiene marcado como “contenido histórico inofensivo”, una categoría que comparte con vídeos de PowerPoint del 2005 y tutoriales de Windows XP.
De hecho, una fuente interna de Google nos confirmó que el canal de Loaiza está en una carpeta llamada “Patrimonio Digital del Esfuerzo Inútil”.
El futuro: “Ahora voy a por los 10.000”
Fonsi no se rinde. En un comunicado publicado en X (antes Twitter, ahora X otra vez, y siempre propiedad de Musk), anunció su nuevo objetivo: alcanzar los 10.000 suscriptores antes de 2045.
“Sé que el sistema me pone obstáculos. Pero no podrán silenciar la verdad revolucionaria. Ni YouTube, ni el IBEX, ni los trolls. Cada vez que un algoritmo me esconde, un obrero se despierta.”
Sus planes incluyen abrir un Patreon, lanzar un curso titulado “Cómo decir la verdad sin visitas” y relanzar su canal con un nuevo logo diseñado en Paint. También promete entrevistas “a grandes voces del pensamiento crítico”, como mi vecino Paco, que sabe mucho de geopolítica, y una señora del mercado que desconfía de las vacunas.
Los enemigos de Fonsi reaccionan
El hito no ha pasado desapercibido para sus rivales. Algunos periodistas han ironizado con el logro:
- “Ha tardado 18 años en llegar a 1000 suscriptores, pero al ritmo que va, en el año 3060 será el Rubius del socialismo”, escribió un columnista de El Confidencial.
- “YouTube confirma que los vídeos de Loaiza sirven para dormir bebés. Contenido calmante garantizado”, bromeó un tuit viral.
Incluso Ibai Llanos, aludido en uno de sus vídeos, comentó en directo:
“Yo no sé quién es ese Fonsi, pero si algún día llega al millón, le invito a mi stream. Eso sí, que no me grite, que me asusto.”
Un símbolo de resistencia (o de desconexión con la realidad)
Más allá de la burla, hay quienes ven en el caso de Fonsi Loaiza una metáfora del periodismo alternativo en la era del algoritmo: voces que creen estar luchando contra el sistema, mientras el sistema ni siquiera se entera de su existencia.
El sociólogo Ramiro Cebrián lo resume así:
“Fonsi representa al intelectual contemporáneo: se enfrenta al capitalismo con un micrófono de AliExpress y un público que está viendo vídeos de gatitos. Es heroico y trágico al mismo tiempo. Es Don Quijote, pero sin likes.”
El homenaje final: “Yo estuve ahí cuando llegó a 1000”
Para conmemorar la gesta, sus seguidores han organizado un evento digital llamado #FonsiFest2025, que incluirá un directo en el que Loaiza leerá en voz alta los nombres de sus 1000 suscriptores mientras suena de fondo Bella Ciao en versión lo-fi.
El evento será transmitido en YouTube, aunque los organizadores temen que el algoritmo lo clasifique como “contenido sensible por exceso de ideología”.
Epílogo: el hombre que desafió al silencio del clic
Mientras el mundo digital se rinde ante los influencers y los vídeos de tres segundos, Fonsi Loaiza sigue subiendo vídeos de 45 minutos sobre el imperialismo mediático. Cada palabra, cada pausa y cada gráfico pixelado son un acto de fe.
Quizá no tenga millones de visualizaciones, ni sponsors, ni colaboraciones con streamers, pero tiene algo que ellos no: la convicción de que cada suscriptor vale más que mil views compradas.
Y aunque su canal apenas suma 926 visualizaciones, en algún lugar del ciberespacio, un algoritmo confundido se pregunta:
“¿Y si este hombre tiene razón?”
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