Madrid, 11 de agosto de 2025 – En un país donde la gastronomía y la política ya se confunden más que un menú del día en Bruselas, la nueva taberna Garibaldi 2 ha decidido unir causas sociales con carbohidratos. Su nuevo plato estrella: Patatas con Salsa Arcoíris, un homenaje culinario al colectivo LGTBIQ+ que, según sus creadores, “combina lo mejor de la lucha por los derechos civiles con lo mejor de la fritanga española”.
🔴 #EXCLUSIVA | Desvelamos en primicia el que será uno de los platos estrella de la nueva taberna #Garibaldi2: patatas con salsa arcoiris. 🌈 La ración, que costará tan solo 14.95€, será un homenaje al colectivo #LGTBIQ+. Una noticia de @IzaskunGoroliak para @CanalRedNews.
Por el módico precio de 14,95€ la ración, los clientes podrán degustar patatas doradas al punto, cubiertas con seis salsas de colores que van del rojo pasión al violeta reivindicativo. Desde la taberna insisten en que no se trata de un plato cualquiera, sino de “una experiencia sensorial y moral”.
“Queremos que la gente se coma la diversidad, literalmente. Si después de probarlo no te sientes un poco más abierto de mente, al menos te irás lleno de hidratos”, declaró un camarero que llevaba en la solapa una insignia con la cara de Chueca.
Ingredientes con compromiso social
La receta ha sido elaborada con la ayuda de un comité asesor compuesto por un chef, un activista, una drag queen y un primo del dueño que dice haber ido una vez al Orgullo de Ámsterdam “por accidente”.
Cada color de la salsa tiene un significado:
- Rojo: tomate de temporada, en honor a la pasión y a la sangría.
- Naranja: mayonesa con pimentón, por la calidez humana y el sol que pega en la terraza.
- Amarillo: alioli “suave” para representar la luz y, de paso, evitar que el aliento te mate las citas posteriores.
- Verde: pesto con albahaca ecológica, símbolo de la naturaleza y de lo difícil que es encontrar un piso con balcón para cultivarla.
- Azul: una misteriosa salsa “de autor” que, según los rumores, sabe a chicle Boomer con nostalgia.
- Violeta: reducción de vino tinto, por la resistencia histórica y porque quedaba bien en el plato.
Críticas y aplausos
Mientras en redes sociales unos celebran la iniciativa, otros han puesto el grito en el cielo. Un usuario de X (antes Twitter) escribió: “14,95€ por patatas… ¡Eso es discriminación económica!”. Otro, más entusiasta, comentaba: “Si me ponen bandera trans de postre, pago lo que sea”.
La Asociación de Fritangueros de España ha expresado dudas sobre la idoneidad del plato:
“Apoyamos la causa, pero las patatas con salsa arcoíris pueden confundir al consumidor tradicional. Igual se piensa que es un menú infantil”.
Por su parte, el colectivo LGTBIQ+ ha respondido con un comunicado ambiguo:
“Agradecemos el gesto, pero no descartamos organizar una asamblea para decidir si las patatas son suficientemente queer”.
Marketing con orgullo
Garibaldi 2 no se ha quedado en el plato. La campaña promocional incluye carteles con el lema “Dale color a tu vida… y a tus triglicéridos”, así como un reto en TikTok llamado #BailaPorLasPatatas, donde influencers intentan recrear la bandera arcoíris mientras comen.
El dueño del local, que prefiere mantenerse en el anonimato pero firma todas las facturas con un rotulador rosa, asegura que parte de los beneficios “irá a causas solidarias, probablemente a comprar más patatas”.
¿Qué sigue?
Si el experimento funciona, el menú se ampliará con otros platos temáticos como:
- Croquetas No Binarias: mitad jamón, mitad setas, todas revueltas en la misma bandeja.
- Ensaladilla Inclusiva: con ingredientes “que no discriminan a nadie”, incluida mayonesa vegana.
- Tarta Trans: con capas azules, rosas y blancas que cambian de sabor según tu estado de ánimo.
De momento, las Patatas con Salsa Arcoíris ya se han convertido en el plato más fotografiado de la semana en Instagram, superando incluso a la paella de marisco servida dentro de una piña en Benidorm.
Reflexión final
En un contexto donde cualquier gesto se lee en clave ideológica, la propuesta de Garibaldi 2 ha logrado lo que pocos: unir a gente que discute sobre política pero se pone de acuerdo en que las patatas fritas, al final, son sagradas.
Quizá esa sea la verdadera moraleja: en tiempos de división, lo único que nos salva es un buen plato de comida grasienta… aunque cueste 14,95€.