En un giro inesperado que haría sonrojar hasta a Ludwig von Mises, la mismísima Escuela Austriaca de Economía ha enviado un comunicado oficial a los medios internacionales en el que solicita retirar a Javier Milei uno de los galardones honoríficos que en su día se le concedieron. El motivo: su “concomineto de economía” —palabra inventada por el propio Milei en una de sus arengas televisivas— es considerado “defectuoso”, “inconsistente” y, en palabras de un reputado catedrático austriaco, “más propio de un vendedor de crecepelo que de un economista formado en nuestras doctrinas”.
La noticia ha caído como un rayo sobre la política argentina e internacional. Milei, acostumbrado a que lo critiquen todos menos su perro muerto al que sigue nombrando ministro en espíritu, no esperaba un ataque frontal de quienes supuestamente eran sus referentes intelectuales. Para muchos, es como si el Papa declarase que Jesucristo era un influencer de segunda.
El comunicado: contundente y con faltas de ortografía
El documento, redactado por un comité de sabios vieneses que todavía discuten si el precio del café debe fijarse por el libre mercado o por la máquina expendedora del claustro, no deja lugar a dudas.
“Consideramos que el señor Milei hace un uso inadecuado, y por momentos vergonzante, de las ideas que la Escuela Austriaca desarrolló durante más de un siglo. Su ‘concomineto’ (sic) no solo es defectuoso, sino que se ha transformado en un meme andante que desprestigia a Menger, Hayek y a cualquiera que haya abierto un libro sin dibujar penes en los márgenes”.
La inclusión de la palabra “concomineto” en el comunicado no fue casual: los académicos decidieron ironizar con el error ortográfico del presidente argentino, que en una conferencia confundió “conocimiento” con un híbrido entre “concomitancia” y “condimento”. “Lo dijimos con toda la mala intención”, admitió uno de los firmantes.
Los motivos de la retirada
Aunque en apariencia podría parecer una venganza ideológica, los economistas austriacos insisten en que el problema no es que Milei cite sus autores, sino cómo lo hace.
- Lecturas selectivas: Según el comité, Milei cita a Hayek, pero nunca pasa de la página 3. “Siempre habla de la libertad individual, pero nunca de los pies de página donde Hayek aclara que no hay que ladrar en televisión para explicarlo”.
- Exceso de gritos: La Escuela Austriaca no se caracteriza por el histrionismo, sino por los debates académicos serios. “Nosotros discutíamos en cafés vieneses con un cigarro en la mano. Milei discute con un hacha en televisión. Es otro estilo, pero no el nuestro”.
- Referencias caninas: Los economistas se muestran especialmente molestos por el uso recurrente de “los perros de Milei” como metáfora de la reencarnación de grandes pensadores. “Que llame a un perro ‘Murray’ en honor a Rothbard es aceptable. Que le otorgue una cartera ministerial es un insulto a la profesión”.
- Economía como show televisivo: Para los académicos, Milei reduce la teoría a un espectáculo. “No se puede explicar la inflación tirando billetes falsos al aire en un programa de medianoche. Eso es magia barata”.
La reacción de Milei: entre el llanto y la furia
En la Casa Rosada, el comunicado cayó en manos de Milei mientras practicaba un discurso frente a un espejo en el que, según fuentes internas, gritaba “¡Viva la libertad, carajo!” cada cinco segundos.
Al enterarse, el presidente argentino atravesó varias fases:
- Incredulidad: “Esto es un complot de los zurdos que han infiltrado hasta a los muertos de la Escuela Austriaca”.
- Furia: lanzó al suelo un busto de Mises que tenía en su despacho, aunque luego lo recogió pidiendo perdón.
- Victimismo: declaró que lo suyo es “una persecución histórica” comparable a la crucifixión de Cristo.
- Delirio místico: aseguró que su perro Conan le dijo desde el más allá que los austríacos “no entienden nada de nada”.
En rueda de prensa improvisada, Milei se defendió:
“Si la Escuela Austriaca me quiere quitar un premio, que vengan y me lo saquen de las manos. Pero que sepan que yo soy más austríaco que los propios austríacos. ¡Yo soy el verdadero hijo de Menger! ¡Yo soy el mesías de Hayek! ¡Yo soy el último guerrero del libre mercado!”.
Mientras hablaba, agitaba una motosierra en miniatura como símbolo de resistencia académica.
Reacciones internacionales
La comunidad internacional no tardó en reaccionar.
- En España, Santiago Abascal declaró: “No entiendo nada de economía, pero si los austríacos dicen que Milei es un charlatán, probablemente tengan razón. Aun así, le apoyo porque grita fuerte y eso me gusta”.
- En Estados Unidos, Donald Trump aseguró: “Milei es un tipo tremendo. Si lo critican es porque es el mejor. Además, yo también invento palabras. ¿Qué diferencia hay entre ‘covfefe’ y ‘concomineto’?”.
- En Austria, un grupo de estudiantes de economía protestó frente a la Universidad de Viena con pancartas que decían: “¡Devuelvan el premio y el diccionario!”.
- En la Unión Europea, Ursula von der Leyen se limitó a comentar: “Estamos demasiado ocupados con Hungría y Polonia, que alguien más se ocupe de Milei, por favor”.
El premio en cuestión
El galardón que los austríacos quieren retirarle a Milei es el “Premio Ludwig von Mises al Entusiasmo Selectivo”, un reconocimiento simbólico otorgado en 2013 durante un congreso de jóvenes liberales en Mar del Plata. Según recuerdan los organizadores, en aquel entonces Milei se ganó la ovación del público al comparar la inflación con “un hámster obeso corriendo en una rueda que nunca llega a ninguna parte”.
El problema es que, con los años, Milei convirtió esa metáfora en una base teórica y llegó a proponer en serio que la inflación argentina podría resolverse “poniendo al hámster a dieta keto”. Esa tergiversación acabó por agotar la paciencia de los académicos vieneses.
El lado oscuro del “concomineto”
El término “concomineto” se ha viralizado en redes sociales como símbolo de la verborrea mileísta. Existen camisetas, tazas y hasta tatuajes con la palabra. Sin embargo, lingüistas de la Real Academia Española han mostrado preocupación.
“Si permitimos que Milei invente términos y los normalice, en pocos años los estudiantes de economía escribirán ‘concomineto’ en exámenes oficiales. Es el principio del fin de la gramática”, advirtió un académico entre lágrimas.
En Argentina, mientras tanto, la oposición ya planea presentar un proyecto de ley para prohibir la palabra en documentos públicos. “Una cosa es decir burradas en televisión y otra es que queden en actas parlamentarias”, declaró un diputado.
¿Qué pasará ahora?
Los expertos aseguran que retirar el premio no tendrá efectos prácticos, ya que el galardón era más simbólico que real. Sin embargo, el daño reputacional es considerable: Milei siempre se presentó como el “hijo pródigo” de la Escuela Austriaca, y ahora la propia familia lo reniega.
Algunos analistas incluso creen que esta ruptura puede abrir la puerta a nuevas alianzas ideológicas: “No sería raro que Milei se declare ahora discípulo secreto de Adam Smith o incluso de Karl Marx, con tal de llevar la contraria”.
Mientras tanto, los austríacos han dejado claro que no piensan retractarse. “Podremos discutir sobre el intervencionismo estatal, la banca central o el precio del strudel, pero lo que nunca aceptaremos es que alguien convierta nuestra tradición intelectual en un show circense”, sentenció el comité.
Conclusión
La pelea entre Milei y la Escuela Austriaca promete ser larga y ruidosa, como todo lo que rodea al presidente argentino. Lo que para algunos es un simple desacuerdo académico, para otros se ha convertido en una guerra cultural de alto voltaje.
Lo único cierto es que, mientras los austríacos intentan preservar la seriedad de su legado, Milei sigue en su cruzada personal de transformar la economía en un espectáculo con motosierra incluida.
Si el “concomineto” defectuoso será su Waterloo o su trampolín al olimpo de los memes históricos, solo el tiempo lo dirá. Pero algo ya es seguro: ningún estudiante de economía olvidará jamás que un presidente de la república confundió la teoría con los ladridos de su perro.
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