Madrid, 21 de febrero de 2025 – En un giro inesperado que ha dejado a la izquierda española más desorientada que un GPS sin señal, Podemos ha anunciado esta mañana que emprenderá acciones legales contra su fundador y exlíder, Pablo Iglesias, tras descubrir que, durante sus años como profesor universitario, invitaba a sus alumnas a “ir al baño a refrescarse” en medio de sus clases. Lo que parecía una muestra de cortesía extrema ha sido reinterpretado por el partido como “una clara violación de los principios feministas y un acto de micromachismo intolerable”.
El escándalo estalló cuando una exalumna, hoy militante de la formación morada, decidió romper su silencio en un tuit que acumula ya más retuits que likes, algo que los expertos consideran “un mal augurio en la era digital”. En su mensaje, la joven relata cómo, durante una clase sobre hegemonía gramsciana, Iglesias le sugirió que “quizá necesitaba un poco de agua en la cara” tras verla bostezar. “Pensé que era una broma, pero ahora lo veo claro: estaba ejerciendo su poder patriarcal sobre mi autonomía corporal”, escribió, acompañando el texto con un emoji de puño en alto y una bandera arcoíris.
La dirección de Podemos, encabezada por Ione Belarra, no tardó en reaccionar. En una rueda de prensa convocada de urgencia –y retransmitida en directo por TikTok para captar a la audiencia joven–, Belarra calificó el comportamiento de Iglesias como “inaceptable” y anunció que el partido presentará una demanda por “conducta impropia y abuso de autoridad simbólica”. “No podemos permitir que ni siquiera Pablo, con su coleta icónica y su aura de revolucionario, perpetúe dinámicas opresoras. El baño no es un lugar al que se envía a las compañeras, es un espacio de resistencia”, afirmó, visiblemente emocionada.
Por su parte, Iglesias, retirado de la política activa y dedicado a su canal de podcast “La Base: Reflexiones desde el sótano”, respondió con un vídeo de 47 minutos titulado “La verdad sobre el agua y el patriarcado”. En él, asegura que sus palabras fueron malinterpretadas y que su única intención era “garantizar el bienestar de las estudiantes en un aula sin aire acondicionado”. “Si sugerir refrescarse es machismo, entonces que me condenen por preocuparme”, sentenció, mientras mostraba una gráfica sobre la temperatura media en las aulas madrileñas entre 2010 y 2015.
El caso ha desatado una ola de reacciones en redes sociales. Mientras algunos defienden a Iglesias argumentando que “literalmente solo estaba siendo amable”, otros han aprovechado para resucitar memes de su etapa como vicepresidente, con frases como “Pablo, el agua no se sugiere, se reparte en común”. Incluso Vox ha entrado en el juego, proponiendo en el Congreso una ley para “proteger a los profesores varones de acusaciones frívolas relacionadas con el agua”.
En el entorno académico, las opiniones también están divididas. Un catedrático de Sociología, que prefirió mantener el anonimato, señaló que “invitar a alguien a refrescarse no es inherentemente patriarcal, pero en el contexto actual, cualquier cosa que diga un hombre con coleta suena a dominación”. Por el contrario, una profesora de Estudios de Género insistió en que “el baño es un espacio históricamente asignado a las mujeres como lugar de sumisión; Iglesias debería saberlo”.
Mientras el proceso legal avanza, Podemos ya prepara una campaña de sensibilización titulada “No me mandes al baño”, con talleres y pegatinas incluidas. Fuentes internas del partido aseguran que el objetivo es “reeducar a la militancia y evitar que el legado de Pablo se manche aún más”. Sin embargo, algunos susurran que esta podría ser la excusa perfecta para terminar de desvincularse de un líder que, desde su adiós, no ha dejado de generar titulares.
En medio del caos, Iglesias ha anunciado que su próximo podcast tratará sobre “el agua como metáfora del capitalismo”. Sus seguidores ya lo esperan con ansia; sus detractores, con cubos de palomitas. Y así, entre risas y demandas, España sigue demostrando que la sátira no necesita inventarse: basta con abrir el periódico.