mechas de VOX

La izquierda pide vetar a los votantes de VOX hasta del cajero automático, mientras las pulseras verdes se agotan como si fueran entradas para ver a Taburete en Las Ventas.

Madrid | Agosto 2025

Lo que comenzó como una tarde cualquiera para Inés G., estudiante de 21 años, terminó convirtiéndose en el nuevo epicentro de la batalla cultural española. Inés entró en una peluquería de Lavapiés buscando hacerse unas mechas balayage, pero salió con el pelo a medio decolorar, una denuncia en Instagram, y una historia que ha incendiado las redes: según cuenta, fue expulsada del local por llevar una pulsera de VOX.

“Me dijeron que allí no atendían fascistas, y que me fuera con mis ideas a otro sitio. No sabía si estaban hablando de mi pelo o de la pulsera”, relató en su cuenta de TikTok, mientras mostraba en bucle la pulserita verde con la bandera de España y la palabra “¡VIVA!” bordada en dorado. El vídeo, acompañado de la música de fondo de “Que Viva España”, alcanzó en pocas horas más de 3 millones de visualizaciones y generó un terremoto político-social con consecuencias que ni Santiago Abascal se hubiera atrevido a soñar en su diario de fantasía reaccionaria.


Lavapiés, zona libre de “fachas” (y de reflejos californianos)

La peluquería en cuestión, de nombre “Colectivo Capilar Antifascista”, se define como un espacio de “belleza decolonial, transfeminista y antirracista”, donde, según reza un cartel a la entrada, no se admiten “energías patriarcales ni champús testados en pieles normativas”. En su perfil de Instagram, que tras el escándalo ha pasado de 324 seguidores a más de 70.000, publicaron el siguiente comunicado:

“Nos negamos a blanquear (literal y simbólicamente) las cabezas del odio. La peluquería es un acto político. Las mechas no pueden camuflar la ultraderecha.”

En respuesta, simpatizantes de VOX convocaron una “corte de pelo patriota” en la Plaza de Colón, donde cientos de personas se raparon al cero como protesta contra “la dictadura woke del estilismo”.


Raúl Solís y el manifiesto “Ni un votante de VOX en mi mesa del IKEA”

Como era de esperar, la izquierda tuitera no tardó en manifestarse. Raúl Solís, activista, exasesor de Podemos y ahora influencer de batidos veganos y memes de Gramsci, publicó un incendiario hilo en X (antes Twitter) que arrancaba así:

“Si a los votantes de VOX les parece mal que se les expulse de un espacio público, que prueben a ser decentes. Lo raro es que aún puedan entrar a una biblioteca. O a un Mercadona.”

El hashtag #EspaciosSinFachas no tardó en colarse entre las tendencias nacionales, seguido de otras etiquetas como #PulserasDeOdio, #PeluqueríaAntifascista y el enigmático #PeinaElFalangista.

En menos de 24 horas, se abrieron intensos debates en televisión, las redes y hasta en los grupos de WhatsApp familiares, donde miles de madres preguntaban: “¿Pero qué es eso de VOX, hija?” mientras se peleaban con los stickers del abuelo.


Boom de ventas: la pulsera de VOX, nuevo complemento estrella del verano

Lo más inesperado del caso ha sido la repercusión comercial del asunto. Según datos proporcionados por la tienda online “SoyMuyEspañol.es”, las ventas de pulseras de VOX han aumentado un 500% desde el incidente. La tienda ha tenido que emitir un comunicado urgente:

“Hemos agotado existencias. Volveremos a tener stock de pulseras patriotas el lunes. Pedimos disculpas por el retraso: es culpa de Pedro Sánchez.”

Influencers como “La Patri de Chamberí” y “EduardoFashionFacha” ya las lucen combinadas con looks de verano, y hasta un tutorial de maquillaje “facha soft glam” ha aparecido en YouTube, con tonos verde oliva y labial rojigualda.

Al mismo tiempo, varias tiendas online han comenzado a vender versiones “irónicas” de la pulsera con inscripciones como “Soy fascista por llevar esta pulsera, según TikTok” o “Me vetaron en una pelu por esto”.


¿Un nuevo apartheid ideológico?

El Gobierno, por ahora, guarda silencio. Fuentes internas del Ministerio de Igualdad aseguran que se está preparando una guía de “convivencia estética”, donde se establecerán los límites entre ideología y corte de pelo. En la guía se barajan normas como:

  • No se puede expulsar a nadie por sus ideas, pero sí por llevar peinado de cuñado.
  • Las trenzas africanas en votantes de VOX serán consideradas apropiación cultural con agravante.
  • El corte mullet quedará prohibido por incitar al desorden ideológico.

Por su parte, VOX ha anunciado una moción de censura capilar en el Congreso, liderada por su portavoz Iván el Reaccionario, que asegura: “No nos callarán. Vamos a devolver el honor a la peluquería patriótica. Y a los secadores GHD”.


Conclusión: bienvenidos a la estética identitaria

Lo que para algunos es una simple pulsera, para otros es la esvástica del siglo XXI. Y mientras la guerra cultural sigue escalando desde la bancada del Congreso hasta el lavabo de las peluquerías, millones de españoles se debaten entre qué peinarse, qué ponerse, y cómo evitar que el color de una goma en la muñeca defina su posición en el tablero político.

Como dijo una tuitera anónima que ha resumido el espíritu de estos tiempos:

“Ya no sé si salgo a tomar cañas o a hacer activismo sin querer. Lo que sí tengo claro es que no vuelvo a Lavapiés con la pulsera de VOX… salvo que me pongan un balayage gratis.”

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