Oh, qué maravilla, queridos lectores, cuando un periodista de videojuegos decide que pulsar el botón de “saltar combate” es una personalidad. Sí, en un acto de suprema arrogancia, un redactor de Polygon tuvo la osadía de reseñar un juego, darle un 9/10, y admitir con descaro que evitó las peleas con jefes como si fueran una atracción opcional en un parque temático. ¡Bienvenidos al mundo del gaming, donde este “turista” digital pensó que podía pasearse por un juego AAA, tomar un par de selfies con la narrativa y llamarlo experiencia completa! Los gamers, esos gladiadores del mando que han derramado sangre virtual y horas reales frente a enemigos imposibles, no podían dejar pasar esta afrenta. Y con razón. Agárrense, porque vamos a destrozar a este intrépido turista de Polygon con todo el sarcasmo que merece, mientras defendemos el honor de la comunidad gamer que sabe que un juego no es un folleto turístico.
El turista de Polygon: un delito contra el gaming
Imagina esto: un juego AAA, con un presupuesto que podría financiar un país pequeño, gráficos que harían palidecer a la realidad misma y jefes diseñados para ponerte los nervios de punta. Los desarrolladores, en un ataque de “accesibilidad” (o de pura pereza, quién sabe), deciden incluir un botón para saltar los combates. ¿Para quién? Para los que quieren “disfrutar la historia”, dicen. Como si la historia de un juego fuera un libro de colorear que puedes hojear sin ensuciarte las manos. Y aquí entra nuestro héroe, el periodista de Polygon, el turista supremo, que llega al juego como quien visita un museo, mira las estatuas desde lejos y decide que ya “entendió” el arte.
Este valiente redactor no solo usó la opción de saltar combates, sino que tuvo el descaro de escribir una reseña, darle un 9/10 y, lo peor de todo, admitirlo como si fuera una medalla. ¡Un 9/10! Como si esquivar al jefe final, ese coloso que te hace replantearte tu existencia tras la décima muerte, fuera un detalle sin importancia. Es como ir a un restaurante de alta cocina, pedir solo el postre y luego decir que la experiencia fue “casi perfecta”. Querido periodista, no eres un crítico; eres un turista, paseándote por el juego con la profundidad de alguien que hojea la guía de viaje sin salir del autobús.
La furia gamer: un rugido justificado
La comunidad gamer, esos titanes que han perfeccionado el arte de esquivar ataques con la precisión de un reloj suizo, no iba a quedarse de brazos cruzados. En X, Reddit y foros de todo tipo, los jugadores alzaron sus teclados en señal de guerra. Un usuario en X, probablemente con más horas en *Dark Souls* que en la vida real, lo resumió perfectamente: *”¿Saltar el combate? ¿Y luego qué? ¿Dar un 10/10 a un juego porque la cinemática estaba bonita? Polygon, por favor.”* Otro, en un hilo de Reddit titulado “El periodismo de videojuegos está muerto”, escribió: *”Este tipo es el equivalente a ir a un gimnasio, mirar las pesas desde la puerta y decir que ya está en forma.”*
Y no, no son una turba irracional. Los gamers saben que un jefe no es solo un montón de píxeles con una barra de vida. Es un desafío, un rompecabezas, una prueba de voluntad. Es la razón por la que te quedas despierto hasta las 4 de la mañana, murmurando “una más, solo una más” mientras tu café se enfría. Saltar un combate es como escalar el Everest en helicóptero: puede que llegues a la cima, pero no engañarás a nadie con tu historia de “triunfo”. Este periodista no solo evitó el desafío, sino que tuvo la audacia de evaluar el juego como si su experiencia de turista fuera válida. Spoiler: no lo es.
El dogma del esfuerzo: el gaming no es un buffet libre
Vamos a hablar claro. El gaming, al menos para los que se toman en serio este arte, no es un buffet donde puedes elegir solo las partes fáciles y decir que probaste todo el menú. Los juegos, especialmente los que tienen combates épicos, están diseñados para retarte, para hacerte mejorar, para que sientas la gloria de vencer a ese jefe que te humilló 37 veces. Es el equivalente digital a correr una maratón: no llegas a la meta sin sudar, sin sufrir, sin maldecir cada kilómetro. Pero cuando cruzas la línea, la satisfacción es real. ¿Y este periodista? Este turista decidió tomar un atajo, como si la meta fuera lo único que importa.
El botón de “saltar combate” puede estar ahí, claro. Los desarrolladores lo pusieron, probablemente para los que tienen menos tiempo o paciencia. Pero usarlo y luego reseñar el juego como si hubieras vivido la experiencia completa es una traición. Es como escribir una crítica de *El señor de los anillos* viendo solo las escenas de los hobbits comiendo. Sí, la historia es bonita, pero te perdiste la Batalla del Abismo de Helm, amigo. Y no, no puedes opinar sobre ella desde tu cómodo asiento de turista.
Polygon y el periodismo de videojuegos: un pie en la tumba
No es la primera vez que Polygon se mete en problemas con los gamers, y seguro que no será la última. Pero este caso es especial. Este periodista, con su actitud de “pues me salté los combates y qué”, ha encendido una mecha que arde con la fuerza de mil soles. Los comentarios en X son una delicia: *”Polygon debería contratar gamers de verdad, no turistas que quieren jugar a ser críticos.”* Otro usuario, con un avatar que grita “veterano de *Bloodborne*”, apuntó: *”Si no te enfrentas al jefe, no jugaste el juego. Punto.”* Y tiene razón.
El periodismo de videojuegos ya tiene suficiente con luchar contra la percepción de que es solo una extensión del marketing de las desarrolladoras. Cuando un redactor admite que esquivó la parte más desafiante del juego y aún así le da una nota alta, está dando munición a los que dicen que los críticos no entienden de qué va el medio. Es como si un crítico de cine dijera: “Me salté las escenas de acción, pero la banda sonora estaba genial, así que 9/10.” Ridículo. Absurdo. Insultante.
El turista no entiende el alma del gaming
Ser gamer no es solo jugar. Es comprometerse, es aprender, es fracasar y levantarse. Es sentir el subidón de adrenalina cuando por fin derrotas a ese jefe que te tuvo al borde de tirar el mando por la ventana. Este periodista de Polygon, con su enfoque de turista, no solo se perdió esa experiencia, sino que tuvo el descaro de decir que no importa. Que el juego es “casi perfecto” sin necesidad de ensuciarse las manos. Y eso, amigos míos, es lo que ha desatado la ira de los gamers. No es solo que usara el botón de saltar combate; es que lo hizo y luego pretendió que su opinión tiene el mismo peso que la de aquellos que se enfrentaron al desafío.
En X, un usuario lo resumió con una frase que merece un marco: *”Polygon contrató a alguien que juega como si estuviera de vacaciones. Los gamers no estamos de paseo, estamos en la guerra.”* Y así es. El gaming es una batalla, un arte, una pasión. No es un crucero donde puedes bajarte en las paradas que no te gustan. Este turista de Polygon pensó que podía pasearse por el juego, escribir su reseña y salir ileso. Pero los gamers, esos guardianes del esfuerzo y la dedicación, le han recordado que no se puede engañar al alma del gaming.
Conclusión: el turista debe aprender o callar
Querido periodista de Polygon, te lo decimos con todo el cariño que el sarcasmo permite: si vas a reseñar un juego, juégalo. Todo. Incluidos los combates que te hacen sudar, gritar y replantearte tus decisiones de vida. No eres un crítico si te paseas por el juego como un turista en chanclas, saltándote lo que no te apetece y luego pontificando desde tu pedestal. Los gamers, esos héroes que han conquistado mundos imposibles, merecen algo mejor que tus opiniones de excursionista.
Y a la comunidad gamer, un aplauso. Han defendido su pasión con la ferocidad de un jefe final. Sigan así, porque mientras haya turistas como este redactor, harán falta guerreros para recordarles que el gaming no es un paseo por el parque. Es una odisea, y solo los que luchan hasta el final pueden contarla.
el Conejo Blanco