La televisión pública española siempre ha sido un escenario donde se mezclan análisis políticos, discusiones acaloradas y algún que otro tertuliano que parece haber desayunado dinamita. Esta semana, el papel protagonista lo ha asumido Sarah Pérez Santaolalla, periodista, abogada, modelo, locutora, tertuliana y, según algunos, influencer política de pulsera fina.
Todo comenzó cuando, en pleno directo, Santaolalla decidió que era buen momento para insultar a los votantes del PP y de VOX, a quienes calificó de manera que hasta el pinganillo del técnico de sonido se sonrojó. “La imparcialidad periodística se me cayó ayer por la ventana con las macetas”, habría dicho después entre risas, mientras se pedía un café con leche desnatada.
Sarah Santaolalla insulta a los votantes del PP y de VOX llamándoles idiotas.
La imparcialidad en peligro (y en chándal)
La polémica se desató cuando, en vez de hablar de economía, la tertuliana optó por despachar a millones de votantes como si estuviera en un grupo de WhatsApp con amigos del barrio. De pronto, la imparcialidad periodística —esa criatura mítica que ya vive en peligro de extinción como los unicornios— fue declarada desaparecida oficialmente.
Desde entonces, los partidos de la oposición han pedido explicaciones: ¿es periodista, tertuliana, activista o simplemente una influencer del PSOE con micrófono? La respuesta todavía no está clara, aunque lo que sí se ha confirmado es que los planos de cámara pillaron varias veces la discreta pulsera roja con el logo socialista que llevaba en la muñeca.

Algunos espectadores pensaron que era un accesorio de moda. Otros, más suspicaces, la identificaron como el equivalente político de las pulseras del “todo incluido” en un resort de Benidorm: sirve para entrar en todos los saraos, siempre que sean del PSOE.
El PP pide expulsión inmediata: “Queremos justicia igualitaria”
La derecha política no tardó en reaccionar. El PP, con tono solemne, exigió que Sarah Pérez Santaolalla fuese expulsada de los medios públicos “con la misma contundencia con la que se echó a Vito Quiles del Congreso”.
Según fuentes populares, “si expulsamos a los nuestros, también hay que expulsar a los suyos, aunque solo sea por equilibrar el marcador, como en el fútbol”.
VOX, por su parte, propuso algo más radical: que se cree un detector de pulseras ideológicas en la entrada de los platós. “Si pita en rojo, a la calle. Si pita en azul, también. Y si no pita, entonces sospechamos que es de Ciudadanos y tampoco entra”, ironizó uno de sus portavoces mientras mostraba orgulloso su colección de cinturones de España.
Las fotos filtradas: Sarah, entre banderas rojas y selfies militantes
Como si los insultos no fueran suficientes, en cuestión de horas comenzaron a circular fotos en redes sociales donde se ve a la tertuliana en distintos momentos de fervor socialista. En una aparece aplaudiendo con entusiasmo en un mitin de Pedro Sánchez, en otra posando sonriente con una bandera del PSOE, y en una tercera luciendo una pulsera roja más apretada que la tensión de Ferraz en noche electoral.

La filtración fue tan rápida que algunos sospechan que la tertuliana tiene más álbumes políticos que familiares. De hecho, se rumorea que en su casa las fotos de boda están guardadas en un cajón, pero el retrato oficial de Sánchez enmarcado ocupa el lugar central del salón.
Santaolalla responde: “No soy imparcial, soy pasional”
En medio de la tormenta mediática, Sarah decidió dar su propia versión de los hechos. Según dijo en una entrevista improvisada, ella no es imparcial porque “la imparcialidad está sobrevalorada”.
“¿De qué sirve ser imparcial si nadie te recuerda?”, afirmó con una sonrisa, mientras señalaba que los periodistas “neutrales” son los que se quedan sin seguidores en Instagram.
Sarah Santaolalla se dirige a la ciudadanía tras insultar a millones de españoles.
Con esta declaración, Santaolalla no solo encendió aún más a sus detractores, sino que también abrió un nuevo debate: ¿está permitido confundir el periodismo con un mitin?
Una España de pulseras y bandos
La polémica ha dejado claro que España ya no se divide entre rojos y azules, ni siquiera entre votantes y abstencionistas. La verdadera fractura nacional está en la muñeca: los que llevan pulsera del PSOE contra los que llevan pulsera de la bandera de España, con los de Podemos colándose en la fiesta con chapas de colores.
Mientras tanto, los ciudadanos de a pie miran con incredulidad cómo los debates políticos se parecen cada vez más a un concurso de disfraces ideológicos. Y como siempre, el que pierde es el espectador que encendió la tele para informarse y acabó recibiendo una clase magistral de insultos gratuitos.
Conclusión: entre el circo y la tertulia
El caso Sarah Pérez Santaolalla demuestra que los medios públicos son, en realidad, un gran escenario de circo político, donde lo importante no es informar, sino entretener al personal.
¿Debería ser expulsada? ¿Debería montar su propio canal de YouTube para predicar abiertamente el socialismo de pulsera? ¿O deberíamos aceptar que en la tele ya no existen periodistas, solo personajes de reality político?
Sea como sea, lo cierto es que Santaolalla ya ha conseguido lo que quería: trending topic, polémica y más visibilidad que nunca. Porque, como diría cualquier experto en comunicación, en esta España de bandos, ser imparcial es aburridísimo, pero insultar al rival da para titulares, memes y, con suerte, contrato renovado.