Mientras la cafetera aprendió a preparar espresso doble con WiFi, el podemita seguía enviando bizums a Pablo Iglesias para que se compre otro micrófono dorado
Científicos atónitos ante el experimento
En lo que ya se considera un hito de la ciencia contemporánea y posiblemente una señal del Apocalipsis, un grupo de neurocientíficos del Instituto Europeo para la Comparación de Entes con Capacidad Límite (IEC-ECL) ha publicado un informe en el que se detalla un experimento sin precedentes: comparar la capacidad cognitiva de un podemita estándar con la de una cafetera inteligente de gama media.
Los resultados, según los expertos, han sido “espectaculares, demoledores y ligeramente preocupantes para el movimiento progresista”. Mientras la cafetera, tras un par de actualizaciones y una charla TED sobre mindfulness, fue capaz de preparar cafés complejos, conectarse al WiFi, calcular la prima de riesgo y hasta redactar un artículo de opinión en El Salto, el podemita no logró pasar de la etapa de “me hago una cuenta en Goteo para financiar otro podcast de Iglesias”.
“La cafetera mostró iniciativa, pensamiento estratégico e incluso desarrolló una opinión crítica sobre el sistema capitalista”, señala el doctor Klaus Von Rancios, principal autor del estudio. “En cambio, el podemita mostró una respuesta limitada ante estímulos simples y repetía constantemente las palabras ‘fachas’, ‘régimen del 78’ y ‘heteropatriarcado’ mientras giraba en círculos abrazando una sudadera morada”.
La génesis del estudio: un error de laboratorio convertido en oro científico
Todo comenzó por accidente. Un becario confundió una caja con cerebros frescos de laboratorio con una de cafeteras Nespresso. Tras conectar ambas al sistema de pruebas de comportamiento, el equipo notó que una de las “unidades” tenía una tasa de aprendizaje significativamente mayor que las demás. Al revisar el etiquetado, se dieron cuenta de que la brillante candidata era, de hecho, una cafetera y no un miembro de Podemos como pensaban al inicio.
“Nos dimos cuenta de que teníamos algo entre manos cuando la cafetera empezó a organizar los turnos de limpieza del laboratorio por su cuenta”, explica la investigadora Carmen Desesperanza. “Al mismo tiempo, el podemita empezó a grabarse en TikTok pidiendo ayuda para comprar una nueva cámara porque ‘esta lucha es también visual’”.
Tareas del experimento: café, análisis político y comprensión lectora
Las pruebas consistieron en una serie de tareas progresivamente complejas:
- Preparar café para cinco personas de distintas preferencias (descafeinado, con leche vegetal, cortado con lágrimas de unicornio).
- Comprender un texto del BOE sin llorar.
- Identificar una contradicción en un discurso de Irene Montero.
- Explicar cómo funciona una hipoteca sin utilizar la palabra “banca genocida”.
El resultado fue claro: la cafetera pasó con sobresaliente, salvo en el punto tres, donde sufrió un cortocircuito al intentar entender por qué se puede ser madre lesbiana de un hijo no binario que se identifica como cooperativa agraria. El podemita, en cambio, interrumpió todas las pruebas para lanzar un directo por Twitch bajo el título “El posneofalangismo como excusa de los liberales para no pagarme el alquiler”.
La comunidad científica reacciona: “Esto lo cambia todo, o nada”
Desde universidades prestigiosas hasta cafeterías con WiFi, el mundo académico ha reaccionado con un cóctel de sorpresa, resignación y café americano. Algunos intelectuales han visto en esto una oportunidad.
“El Proyecto Golem 2.0, impulsado en secreto por el Ministerio de Ciencia, se basaría precisamente en este principio: reemplazar a ciertos elementos del espectro político por electrodomésticos más eficientes y menos propensos a hablar de Gramsci cada tres frases”, confirma un alto cargo que pidió anonimato para no ser linchado en la Complutense.
“Con una tostadora conectada por Bluetooth al Parlamento, tendríamos más eficacia legislativa que con los siete diputados de Sumar”, concluye.
Reacción podemita: “Es transfóbico comparar cerebros entre especies”
Desde el entorno de Podemos, las reacciones no se hicieron esperar. Ione Belarra acusó al informe de “fascismo electrodoméstico” y denunció que las cafeteras “reproducen la lógica capitalista del rendimiento sin tener en cuenta las emociones de la clase trabajadora”.
Por su parte, Pablo Iglesias publicó un vídeo de 42 minutos en el que explica cómo este estudio forma parte de una ofensiva del “bloque reaccionario-coffee-lover”, compuesta por Ayuso, George Orwell y el CEO de Nespresso. Al finalizar, pidió apoyo económico porque “la lucha contra el fascismo tecnológico no se financia sola, compañeros y compañeras”.
Epílogo: Cafeteras para un futuro más justo
Mientras tanto, el equipo científico ya trabaja en nuevas pruebas: compararán la inteligencia emocional de una sandwichera con la de un militante de Juventud Comunista, y el sentido de autocrítica de una Thermomix con el de cualquier miembro de la dirección de Podemos. Según fuentes internas, las primeras pruebas indican que la Thermomix, además de autocrítica, ha aprendido a pedir perdón, algo que el podemita aún no contempla dentro de su firmware ideológico.
Las grandes marcas ya han reaccionado. Samsung prepara una línea de asistentes domésticos con conciencia de clase, y la startup española Robots Revueltos ha propuesto sustituir a los portavoces de Podemos por Roombas tuneadas con pegatinas de la República.
No está claro si esto mejorará la política española, pero al menos, el café saldrá más rico y, con suerte, menos amargo.
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