El hombre, que realmente ha sido violado, ahora debe aguantar el señalamiento de sus vecinos.
En una sorprendente vuelta de tuerca al cliché de los cuentos de hadas, una intrépida mujer de Sevilla, cansada de esperar a que el príncipe azul llegara a su rescate, decidió tomar el asunto en sus propias manos. En una hazaña que ha dejado boquiabiertos a vecinos y expertos en criminología, la dama en cuestión secuestró a un hombre de la ciudad para, según sus propias palabras, “acelerar el proceso de cortejo”.
El incidente ocurrió en el pintoresco barrio de Triana, donde la pasión y el flamenco son parte del paisaje diario. La mujer, cuya identidad se mantiene en secreto para preservar la poca dignidad que le queda al hombre involucrado, habría utilizado tácticas dignas de un guion de telenovela: cintas de seda, susurros seductores y un conocimiento sorprendente de los puntos de presión en el cuerpo humano.
El secuestrado, un inocente transeúnte que estaba más interesado en disfrutar de una tapa de jamón ibérico que en ser el protagonista de una aventura erótica no consentida, fue llevado a un lugar desconocido donde, al parecer, la dama intentó convencerlo de los beneficios de una relación forzada.
La policía, entre risas y asombro, ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos, aunque algunos agentes confesaron en off the record que estaban más preocupados por cómo explicar esto en sus informes sin reírse. La comunidad local ha reaccionado con una mezcla de humor y escándalo, con algunos vecinos sugiriendo que tal vez este método podría ser adoptado para aumentar la tasa de natalidad en la ciudad, aunque esperamos que sea en broma.
Los vecinos de Sevilla ya están especulando sobre la posible adaptación cinematográfica de este suceso, con títulos provisionales como “El secuestro del amor” o “Amor a la fuerza”. Mientras tanto, el hombre, ahora libre y probablemente traumatizado, se encuentra en un lugar seguro, recibiendo consejería sobre cómo lidiar con la inesperada fama y los chistes que sin duda le perseguirán de por vida.
Este caso abre un curioso debate sobre el consentimiento, el género y las dinámicas de poder en las relaciones, aunque, seamos honestos, es probable que en Sevilla, esta historia se convierta simplemente en otra anécdota de bar para contar entre risas y copas de vino.