Ubaldo García tiene 50 años, tienen tres hijos adictos al Fortnite que pasan de él, está divorciado y es funcionario. De un tiempo a esta parte había encontrado un nuevo sentido a su últimamente vacía vida: Poniéndose un pañuelo palestino subiéndose a una embarcación de recreo para entregarle dos cajas de Paracetamol a los gazatíes.
“Fue enterarme de que partía una flotilla hacia Gaza y no me lo pensé. Vi que había encontrado la misión en la vida, reunirme en un barco con activistas y follarmelLUCHAR CONTRA EL OPRESOR ESTADO DE ISRAEL”.
Sin embargo, las tropas militares de Israel le detuvieron y le torturaron a base de no servirle agua con gas de su marca favorita. Un trato vejatorio que coloca a esta experiencia “entre lo que se hacía en Dachau y lo que se practicaba en Mauthausen”. Pero resistió como un valiente, aquello importaba poco, porque tenía una férrea convicción: Llegar a las playas de Gaza; Y si no es esta vez, sería en la siguiente flotilla.
Pero ahora Ubaldo siente el vacío. Está triste, apático, le han robado la motivación de su vida. La paz se ha firmado. Y tiene la sensación paranoica de que un desagradable hombre de piel naranja ha hecho lo que él no ha podido hacer.
“Yo pensaba que podríamos echar a los judíos de palestina viajando de rave en rave y de cala en cala, pero ahora me entero de que se ha arreglado y ahora me siento vacío”.
Por supuesto, le hemos preguntado si no se siente feliz ahora que se ha firmado la paz.
“Meh, no hemos podido demostrar al mundo lo especiales que somos y tal. A ver, que me alegra que ahora vaya a haber paz y todo eso pero ahora me siento un pelín ridículo, como si haber echado tres veces la pota en cubierta por el oleaje no hubiera servido de nada”.
El psiquiatra Alfonso Somormujez, Licenciado y doctorado por la universidad de Toledillo, Soria, lo tiene claro: “No es el primer caso que nos llega, lo curioso es que se está creando incluso entre la gente que no se ha subido al barco”, nos comenta incrédulo.
“Los síntomas incluyen irritabilidad, apatía, aumento de opiáceos, y una higiene aún más deficiente”, Dice Somormujez “Además de una incapacidad para oír los países que ahora mismo están en conflicto. Les mencionas Yemen, Congo o Myanmar y te preguntan confusos si has dicho algo”.
Ante el tratamiento, Somormujez advierte que aún está “apenas en sus comienzos de diagnóstico” aunque reconoce haber hecho “Algunos progresos” dando a los afectados una ducha fría. Como muy pronto, el ministerio de Sanidad ya se ha hecho eco de la investigación soltando a Somormujez 40 millones de euros para investigación. Irónicamente, Somormujez ha pasado a ser mucho más pesimista y ha doblado la cantidad de tiempo en el que cree que encontrará la solución.
Más información conforme avance la investigación.