En un giro inesperado que solo podría haber sido orquestado por el patriarcado falócrata opresor más insidioso, una ola de negacionismo ha comenzado a desafiar los veinte años de avances monumentales logrados por la ley de violencia machista, la ley del “Sólo sí es sí” y una ristra de sobacos teñidos. Sí, queridas lectoras, parece que los dinosaurios y subseres involucionados del machismo han salido de sus cuevas para cuestionar lo innegable: que cada hombre, por el solo hecho de nacer varón, es un potencial agresor, violador, asesino y aliade que NO recibirá su pixel de teta, porque no todas nos llamamos Carla.
Esta nueva corriente de pensamiento, que algunos osan llamar “libertad de expresión” que amparan en un conjunto de leyes más patriarcales llamada “Constitución”, se atreve a poner en duda el axioma feminista de que la violencia de género es un fenómeno unidireccional, perpetrado exclusivamente por hombres contra mujeres de forma universal en cada segundo de la existencia de la humanidad. ¡Qué osadía! Como si la estadística y la realidad no fueran suficientemente claras: todos los hombres son culpables hasta que se demuestre lo contrario.
Esta información no son datos nuevos: La doctora en feminismo interseccional turbo liberador anticapitalista de la Universidad de TikTok, la doctora Miko Ñogordo, ha demostrado a base de gritos y bailes en redes sociales que toda la opresión es misógina, machista, capitalista y, seamos valientes y digámoslo: MUY GORDÓFOBA
Los defensores de esta ola negacionista argumentan, en una muestra de absoluto desprecio por la verdad, que la violencia puede ser bidireccional y que, horror de horrores, algunas mujeres también pueden ser agresoras. ¡Como si eso pudiera compararse con la opresión sistémica que hemos soportado durante milenios! De hecho, tal y como nos señala la doctora Miko Ñogordo en uno de sus TikToks más virales, las mujeres sufrimos más, porque twerking y te callas machista.
Las feministas de vanguardia, retaguardia y todo ser con chocho oprimido ya han comenzado a organizar contramanifestaciones y campañas en redes sociales para reafirmar lo que es obvio: la ley de violencia machista es sagrada y cualquier intento de revisión o crítica es un ataque directo a nuestras libertades, los derechos humanos y los animales también. Se han propuesto nuevas medidas, como la castración química para los sospechosos de pensamientos machistas y la implementación de una educación feminista obligatoria desde el embarazo, donde se enseñe a los niños varones que su género es inherentemente problemático, erróneo y algo a evitar y, ser posible, extinguir.
Así que, mientras el mundo se desliza hacia la barbarie de cuestionar leyes justas y necesarias, nosotras, las guerreras del feminismo de sofá, seguiremos en la lucha, porque, después de todo, ¿quién necesita evidencia cuando tienes la certeza moral, los sobacos más peludos y el pelo más azul que nadie?