Refinerias alzadas al viento de poniente

La comunidad científica lanza la enésima advertencia apocalíptica mientras el ser humano sigue quemando gasolina, negando evidencias y preguntando si esto también afecta a los conciertos de reguetón.

El nuevo aviso de los científicos: ahora o tostada

Los científicos están nerviosos. Otra vez. Dicen que si no frenamos las emisiones en tres años, el planeta se va a convertir en un horno sin grill. Esta vez no se trata de una sugerencia amable, ni de esos informes con lenguaje técnico que nadie lee. No. Esta vez han venido a darnos la bofetada ecológica definitiva.

Con más de 60 expertos firmando el aviso, suena a ciencia seria. Pero también a déjà vu, porque llevamos años escuchando cosas parecidas. Eso sí, ahora la cuenta atrás es oficial: tres años. Y no es para pedir prórroga.


Tres años. ¿Mucho? ¿Poco? ¿Me lo puedes poner en capítulos de serie?

Para quien no sepa qué significa “tres años”, es lo que tarda tu vecino en renovar el coche, tu cuñado en cambiar de trabajo o España en organizar unas nuevas elecciones. Es decir, nada. Es lo que dura una promesa de Año Nuevo, un plan de dieta o una moda absurda de TikTok.

Y es que el ser humano, en su infinita sabiduría, ha decidido dejar los deberes para el final. “Ya habrá tiempo” es el lema de la especie. Y así nos va: con la Tierra sacando humo mientras seguimos preguntando si eso de reducir el CO₂ incluye también el vapeo.


El planeta avisa… y nosotros apagamos la notificación

Los océanos están más calientes que el café de una máquina de oficina, los polos se derriten más rápido que el helado en agosto y los incendios forestales tienen más proyección internacional que la gira de Shakira. Pero aquí seguimos: entre memes, negacionistas y políticas climáticas que se firman para el 2050, cuando el mundo será básicamente un chiringuito flotante.

Y mientras tanto, algunos aún preguntan: “¿Esto del clima no será una moda?”. Sí, como la peste negra, el apocalipsis o tener que pagar alquiler.


Los grandes responsables: todos y ninguno

El ciudadano medio recicla una botella, se siente Greta Thunberg durante cinco minutos y luego se va en SUV al supermercado a por carne en bandeja de poliestireno. Las empresas, por su parte, sacan líneas “eco” que consisten en cambiar el color del envase y añadir una hoja en el logo. Y los gobiernos, en su versión más realista, prometen salvar el planeta… justo después de las elecciones.

Estamos, en resumen, en el Titanic, con la orquesta tocando, el iceberg de frente y un cartel que dice: “Prohibido alarmarse”.


Soluciones imposibles o incómodas (que vienen a ser lo mismo)

Todo el mundo tiene soluciones, pero ninguna gusta. Caminar más, consumir menos, usar energías limpias, comer menos carne… todo suena muy bien hasta que implica cambiar algo. Así que, como no mola renunciar al aire acondicionado ni al vuelo barato a Ibiza, mejor decimos que “la culpa es del sistema” y a otra cosa.

Mientras tanto, hay quien propone ideas geniales como tapar el Sol o lanzar satélites que reflejen la luz. Nada puede salir mal cuando jugamos con el clima, ¿verdad?


Conclusión: lo de siempre, pero esta vez de verdad

Nos quedan tres años. Y no es broma. Pero tampoco parece que nos lo tomemos en serio. Quizás porque ya hemos escuchado tantas alertas que ahora suenan como una notificación de spam.

Y sin embargo, la ciencia insiste. Porque aunque parezcamos decididos a autodestruirnos con elegancia, aún queda margen. Pequeño, incómodo, pero real.

Eso sí, si no hacemos nada, el planeta no se va a extinguir. Nosotros sí. La Tierra seguirá girando, aunque sea cubierta de plástico y con temperaturas ideales para lagartos.

La próxima vez que escuches a un científico decir que “nos quedan tres años”, no lo ignores. Puede que sea el último que tenga batería para avisarnos.

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