Caracas, Venezuela — En un acto de modestia ejemplar, Nicolás Maduro se ha proclamado presidente de Venezuela una vez más, demostrando que el verdadero secreto del éxito no es ganar con legitimidad, sino ganar a pesar de todo. Mientras la comunidad internacional señala irregularidades, fraude electoral y un sistema que hace parecer transparente al truco de “saca la moneda detrás de la oreja”, Maduro asegura que su triunfo es un ejemplo de la “voluntad popular”… aunque nadie ha podido confirmar quiénes conforman esa “voluntad”.
“Esto es una victoria del pueblo, de la democracia y de los algoritmos misteriosos de nuestro sistema electoral”, declaró Maduro, con un entusiasmo digno de quien acaba de proclamarse presidente de su club de fans. Las urnas electrónicas, cuyo software parece estar diseñado por el primo de un amigo que ‘sabe de computadoras’, mostraron resultados contundentes: un 99% de los votos a favor de Maduro, con un margen de error del 1%… a favor de Maduro también.
Los líderes opositores han reaccionado con la misma mezcla de indignación y resignación de siempre. “Es como jugar al ajedrez con alguien que tiene todas las piezas y además se inventa las reglas”, comentó un representante de la oposición mientras tomaba aire para su próximo comunicado de prensa que, probablemente, nadie leerá.
En un giro inesperado, Maduro prometió gobernar “para todos los venezolanos”, un gesto conmovedor considerando que muchos de ellos ya han emigrado. “Gobernaré incluso para los que se fueron, porque en sus corazones saben que me quieren”, aseguró, sin especificar si se refería a los corazones o a las remesas.
La comunidad internacional, por su parte, ha levantado una ceja y un comunicado. “Condenamos estas elecciones”, declararon los países de siempre, con el entusiasmo de quien manda un mensaje de texto automático. Mientras tanto, Maduro se prepara para otro período de gobierno, demostrando que, en Venezuela, la ironía también es una forma de resistencia.