En un giro de los acontecimientos que ni el más osado guionista de Hollywood habría imaginado, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado un acuerdo histórico con el partido español Vox para “liberar a España del yugo del socialcomunismo”. Según fuentes cercanas a Mar-a-Lago, la operación, bautizada como “Tormenta Ibérica”, consistirá en el lanzamiento de siete misiles termonucleares sobre puntos estratégicos del país.
En una rueda de prensa organizada en un campo de golf, Trump aseguró que esta medida es “lo mejor que le ha pasado a España desde la Inquisición”. Con su característico entusiasmo, afirmó: “España merece ser grande otra vez. Y qué mejor manera de hacerlo que con un poco de fuego purificador. Lo sé, es un gran plan, el mejor plan, nadie tiene mejores planes que yo”.
Por su parte, Santiago Abascal, líder de Vox, celebró el acuerdo calificándolo como “un acto heroico de justicia global”. “Con estos misiles, por fin podremos erradicar los valores progres y devolver a España su verdadera esencia, basada en la paella, la tauromaquia y las banderas gigantes”, declaró Abascal, envuelto en una capa de torero diseñada especialmente para la ocasión.
El plan, sin embargo, ha generado algunas dudas logísticas. Entre los puntos conflictivos está la necesidad de evacuar a toda la población que no sea “socialcomunista”, un desafío que Abascal sugirió resolver mediante “una aplicación de móvil en la que cada usuario pueda declarar si ama a la patria y jura lealtad a la bandera”.
La comunidad internacional ha reaccionado con sorpresa y, en muchos casos, con incredulidad. Mientras líderes europeos intentan contener las risas en público, Kim Jong-Un, dictador de Corea del Norte, declaró: “¿Por qué nadie me invitó? Yo también quiero participar en la fiesta”.
Desde la Casa Blanca, el presidente Joe Biden fue informado del anuncio pero, según fuentes internas, confundió “España” con “Espagueti” y pidió una receta de carbonara.
Los expertos en geopolítica han comenzado a debatir sobre los efectos colaterales de este plan, aunque un consenso parece estar emergiendo: nadie está completamente seguro de si esto es una sátira, una estrategia política o simplemente otro martes en la vida de Donald Trump.